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jueves, 17 de noviembre de 2011

Agricultura para el Tercer Mundo. Diversidad cultural

     Cualquier proyecto de ayuda, para tener éxito, debe respetar la cultura y las costumbres de aquellos a los que va dirigido. Son muchos los programas de ayuda que han fracasado por no haber tenido en cuenta este principio. Y una de las razones por las que no han tenido en cuenta este principio es, como dice la profesora María Novo, porque los occidentales estamos convencidos de que nuestra forma de vida representa "la civilización por excelencia", y hemos emprendido una grave "colonización mental", que ha supuesto "el arrasamiento de todas las sociedades no industriales". Ahora, muy lentamente, empezamos a darnos cuenta de que esta actitud ni es "éticamente justa", ni ambientalmente posible de satisfacer. Toda la humanidad saldrá ganando mucho, si aprendemos a ver las otras culturas, con otros ojos y, desde luego, no sólo para "robar" sus conocimientos y hacerlos nuestros.

     El hombre occidental contempla a la Naturaleza como lo haría un relojero: algo susceptible de ser descompuesto en piezas, diseccionado y analizado en sus partes, que es posible reconstruir, posteriormente, a partir de esas piezas. De esta forma ha llegado a una agricultura que considera la tierra como un depósito químico, sin vida;  ello le ha llevado a una agricultura basada en el empleo de abundantes compuestos químicos, fertilizantes y fitosanitarios.  Esta visión de la tierra como un depósito químico dista mucho de encajar en las culturas, costumbres y conocimientos de los pueblos no industriales. Limitando el tema a los conocimientos, hay que tener en cuenta que para evitar graves problemas ambientales y de salud, es decir, para la utilización adecuada de cada uno de los productos químicos son necesarios ciertos cálculos y la utilización de la correspondiente maquinaria.

     Ha sido un eminente botánico inglés, Albert Howard, que fue a la India como asesor en agricultura, el que observó que había una forma diferente y más productiva de llevar a cabo la actividad agrícola.

     Albert Howard, vivió entre 1873 y 1947, trabajó en la India como asesor en agricultura y estuvo al frente de una granja de investigación. Aunque viajó a este país para enseñar las técnicas agrícolas de Occidente, descubrió que, definitivamente, los hindúes podían enseñarle más a él. Un aspecto importante del que se dio cuenta fue la conexión entre los terrenos de cultivo sanos y la población, el ganado y las cosechas sanas. Divulgó los conocimientos aprendidos en la India a través de la Soil Association con base en el Reino Unido y del Rodale Institute en Estados Unidos. Fue el que introdujo en Occidente el proceso de compostaje -se le ha llamado el padre del compostaje- y la práctica de la agricultura ecológica  (u orgánica), de la que fue un firme defensor.

     La agricultura ecológica, desde luego, necesita más mano de obra (algo que tienen en abundancia los países del Tercer Mundo), pero tiene grandes ventajas en cuanto a la convervación y aumento de la fertilidad del suelo y la calidad de los alimentos obtenidos. Además, la agricultura ecológica respeta la cultura y costumbres de los pueblos no occidentales. De aquí que, además de los aspectos económicos indicados, no se considere adecuado el suministro de fertilizantes y fitosanitarios a los países del Tercer Mundo.

3 comentarios:

J. Felipe dijo...

Fenomenal artículo. Como ejemplo paralelo a lo que dices en el mismo, cuando el imperio soviético expandió su influencia hasta Mongolia, se habilitaron las ciudades para que los mongoles, un pueblo tradicionalmente nómada, ocupara las mismas. Cuando el imperio desapareció muchos de aquellos mismos mongoles que fueron obligados a vivr en ciudades volvieron a su vida de siempre, basada en el nomadeo y la ganadería. Y simplemente, por que así eran más felices. Algo que, como bien dices, la cultura hiperconsumista occidental no acaba de comprender. Un saludo.

Camino a Gaia dijo...

La agricultura ecológica tiene un rendimiento energético incomparablemente mayor que la agricultura intensiva y basada en agroquímicos.
Debemos recuperar la biodiversidad como elemento fundamental en nuestra agricultura, que necesite mas mano de obra no es un problema ante las tasas de paro que arrastramos.

Juliana Luisa dijo...

J. Felipe, estoy de acuerdo contigo. Por una parte, los occidentales nos creemos tan listos y tan guapos que hemos trasladado (impuesto) a todos nuestro modo de vida; y, por otra parte, es que así nos hemos apropiado de todos los recursos.

Camino a Gaia. No es solo que el rendimiento energético de la agricultura ecológica y que permite recuperar parte de la biodiversidad perdida, es que, además, los alimentos que proporciona son más sanos, aunque, a veces, menos "guapos".

Un saludo a los dos