En la prensa de hoy se indica que el ECOFIN (Consejo de Asuntos Económicos y Financieros de la Unión Europea) estudia cómo acelerar la implantación de un impuesto a las transacciones financieras, un impuesto conocido como Tasa Tobin en recuerdo de su creador, James Tobin, premio Nobel de Economía 1978. Desde que se inició la crisis, no es la primera vez que se menciona la necesidad u oportunidad de implantar ese impuesto. Según Arthur Schopenhauer, filósofo alemán, "toda verdad pasa por tres etapas. En la primera, se ridiculiza. En la segunda, genera una violenta oposición. En la tercera, se acepta porque parece evidente". La propuesta de J. Tobín de implantar un impuesto a las transacciones financieras se encuentra entre la segunda y tercera etapa.
Con este impuesto sobre las transacciones financieras, dijo J. Tobin, que pretendía "echar un poco de arena a los engranajes bien aceitados de la especulación financiera". Además de poner freno a las operaciones especulativas, que tanto daño hacen a los ciudadanos de los países afectados, "el economista norteamericano calculó que, aplicando un pequeño impuesto sobre las transacciones en el mercado de cambios [el mercado en el que se mueven los especuladores], se reuniría un fondo que podría ayudar a resolver los problemas de los países menos desarrollados". (Joaquín Estefanía, Hij@, ¿qué es la globalización? 2002, Santillana Ediciones Generales, Madrid, págs. 103-104).
Tobin pensó en la conveniencia de frenar esas transacciones financieras a finales de los años setenta. Ahora, ese freno es más necesario porque los movimientos de dinero se han hecho virtuales: a través de pantallas de ordenador, unos individuos aprovechan las ventajas de la revolución tecnológica para mover, virtualmente, millones de dólares cada jornada de 24 horas, 365 días al año. Además, recientemente, cada vez un mayor número de esas transacciones no necesitan la intervención de ningún individuo, pues se hacen de forma robótica, mediante un programa de ordenador -algoritmo- por el cual, sin concurso de nadie y a una velocidad inusitada, éste realiza las compras y ventas que van a dar ganancias. Es tal el número de operaciones que el ordenador puede hacer en un minuto que es, prácticamente, irrelevante la cantidad de dinero que se pueda ganar en cada compra-venta.
A pesar de todo, el sector financiero y sus amigos políticos se oponen a este impuesto, indicando que se trata de una interferencia en las leyes del mercado.
A propósito de las leyes del mercado, es oportuno recordar lo que, en noviembre de 2010, dijo Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, en la inauguración del X Encuentro Financiero Internacional de Caja Madrid. Según ella, los mercados financieros "están gobernados por leyes tan insobornables como las leyes de la física, la química o la biología. Quienes hablan de la dictadura del mercado no se dan cuenta de que cometen el mismo error que los que pretenden abolir por decreto la ley de la gravedad". Sin comentarios.
2 comentarios:
Defiendo que el que las hace, tiene que pagarlas, y nunca mejor dicho. Un impuesto en las transacciones especulativas semeja recomendable y necesario. Obviamente, no evitará que el sistema continúe con sus abusos, pero los frenará un poco. Demasiado poco. Políticos y banqueros, no obstante, no aceptarán en sus ganancias ni una reducción del 0,01 %.
Hola Elemento Cero:
Sin duda será difícil implantar un impuesto a algunas transacciones financieras, pero ya es un oaso que lo plantee el Ecofin. Tengo entendido que, a pesar de que siempre se ha dicho que tenía que ser universal, ya existe en algunos países. En una ocasión el presidente francés dijo que estaba decidido a su implantación.
Un saludo
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