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sábado, 27 de enero de 2024

Agua. Derecho humano

 

     En 2004 se comenzó a pensar en la idea del agua como derecho humano. Tal como recoge la publicación del Programa de las Naciones Unidas  para el Desarrollo (PNUD) “Reconocer formalmente un derecho humano al agua expresar la voluntad de hacer efectivo dicho derecho puede sr una manera de estimulas a la comunidad internacional y a los Gobiernos para que redoblen sus esfuerzos para satisfacer las  necesidades básicas.

    Un año después llegaba la proclamación del  Decenio Internacional para la Acción-2015, que promovió la concienciación respecto a la importancia del agua y en 2010, la ONU reconoció como derecho humano el derecho al agua y al saneamiento, reafirmando que son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. Cinco años más tarde, en 2015, tras el reconocimiento de que no se habían hecho suficientes avances, la Asamblea General de Naciones Unidas también reconoció explícitamente el derecho a “un saneamiento que sea saludable, higiénico, seguro, social, culturalmente aceptable y que garantice la intimidad y la dignidad. Después, en 2018, arrancó un nuevo decenio de acción, esta vez llamado, “agua para el desarrollo sostenible”.  Admitiendo con claridad que las tensiones ejercidas sobre el medio ambiente y los modelos de desarrollo económico van unidos y reconociendo que no solo la industrialización tenía efectos negativos en el medio ambiente sino también la pobreza. Desde entonces, todas las agencias  de las Naciones Unidas han mantenido el vínculo entre esos  conceptos y lo han convertido en la clave de su trabajo.

      En las décadas de los ochenta y noventa ya se especulaba  con las  cifras sobre la escasez de agua y se denunciaban los problemas que su contaminación, sobreexplotación y mala gestión estaban provocando en múltiples  ámbitos de la economía, de la sociedad y del medio ambiente, pero el agua  tenía el protagonismo que su importancia merecía     

      El agua es una parte esencial de todos los ecosistemas. Si el hombre modifica el estado del agua, afecta a esos ecosistemas, que a su vez afectan al hombre y así en un bucle infinito. Además, el agua resulta vital  para reducir enfermedades, mejorar la salud, el bienestar y la productividad de las poblaciones y sobre todo para producir alimentos.

     La FAO “recuerda que la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial.  Una cifra alarmante que probablemente crezca con el aumento de las temperaturas globales producto del cambio climático.  A pesar de los avances,  la decreciente disponibilidad de agua potable de calidad es un problema importante que aqueja a todos los continentes”. (Fuente: FAO, Estado de planeta, libro 4)

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