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sábado, 3 de septiembre de 2011

Transferencia de tecnología

     Puesto que en el proyecto Aldeas para el Milenio, diseñado por Jeffrey Sachs se menciona la posibilidad de transferencia de tecnología, me parece oportuno analizar, aunque sea muy brevemente, si  el Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial de Comercio (OMC) favorece, de alguna manera, la transferencia de tecnología desde los países industrializados a los países del Sur.

     El ADPIC tiene varias referencias y cláusulas sobre este tema. Por ejemplo, el Artículo 66.2 establece:

     "Los países desarrollados Miembros ofrecerán a las empresas e instituciones de su territorio incentivos destinados a fomentar y a proporcionar la transferencia de tecnología a los países menos adelantados Miembros, con el fin de que éstos puedan establecer una base tecnológica sólida y viable". (Extraído del libro de Martin Khor citado, pág. 106)

     Sin embargo, a pesar de éstas y otras cláusulas del ADPIC, los países industrializados -quizás por su condición de rehenes de las grandes empresas-, han hecho poco o nada para otorgar concesiones a los países en desarrollo, o brindar incentivos -o imponer obligaciones- a fin de divulgar o transferir tecnología hacia el Sur. Sucede algo parecido a lo que sucede con el Acuerdo sobre Agricultura: los países del Sur están obligados a obedecer las indicaciones del Acuerdo, mientras los países del Norte hacen caso omiso de esas indicaciones. El Órgano competente de la OMC no hace nada para corregir estos desajustes.

     Ese comportamiento es especialmente peligroso cuando se trata de tecnologías relacionadas con el medio ambiente. Un ejemplo muy comentado es el de los clorofluorocarbonos (CFC). Los CFC Son unos compuestos que empezaron a fabricarse a principio de la década de los treinta y para los cuales, debido a su aparente naturaleza inerte, pronto se encontraron múltiples aplicaciones. Sin embargo, en 1970, se descubrió que estos compuestos se acumulan en la parte alta de la atmósfera, donde, gracias a una serie de reacciones en cadena, destruyen la capa de ozono, que nos protegen de las radiaciones ultravioletas del Sol. Una molécula de CFC puede llegar a destruir más de cien mil moléculas de ozono. Dada la extrema gravedad de quedar a merced de las radiaciones solares, los países reaccionaron con sentido común y a partir  de 1995 su producción y uso fue prohibido en los países desarrollados y se decidió que en los demás países deberían desaparecer antes de 2010.

     Una vez prohibido su uso, solo unas cuantas empresas del Norte controlaban las patentes de compuestos alternativos. Los titulares de las correspondientes patentes se negaron a conceder la licencia de la tecnología a otros países para, así, venderlos al precio y condiciones que pueden proporcionarles mayores beneficios económicos. En esa situación, es de esperar que algunos países pueden encontrarse con grandes dificultades para dejar de usar los CFC. La capa de ozono, que no sabe nada de pobres y ricos, puede seguir destruyéndose.

     Con estos antecedentes, ¿cómo prevé J. Sachs introducir "recnologías de vanguardia" en el Cuerno de África?

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