Se dice que la puesta de largo del movimiento social alternativo tuvo lugar en diciembre en Seattle, ciudad situada en el extremo occidental de Estados Unidos, durante la III Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
¿Qué sucedió en Seattle?
El plan en Seattle era reunir a todos los manifestantes en el estadio, marchar hacia el lugar donde se iba a celebrar la Reunión de la OMC y sentarse silenciosamente en las escaleras de entrada al edificio. Pero los hechos no fueron como se había planeado, debido a que el número de manifestantes superó todas las expectativas de tamaño y pluralismo. Pronto fue imposible circular entre los hoteles y el lugar donde iba a celebrarse la inauguración: las personas que debían intervenir -lo mismo que otros muchos funcionarios- quedaron atrapadas en los hoteles. Entonces las fuerzas de seguridad, para despejar la zona, iniciaron una violenta represión que chocó con la resistencia pacífica de la mayor parte de los manifestantes y, también, con respuestas violentas (rotura de cristales, lanzamiento de objetos, etc) fundamentalmente de grupos anarquistas. Al día siguiente, se desplazó a la zona el presidente Clinton, quien públicamente declaró que estaba de acuerdo con los manifestantes. La OMC decidió suspender la inauguración y comenzar precariamente las deliberaciones.
En ese contexto de protestas masivas, los gobiernos de algunos países no desarrollados, miembros de la OMC, encontraron la posibilidad para comenzar a hacer oír tímidas críticas a las injustas reglas que rigen el comercio internacional. No fue posible siquiera una Declaración Ministerial: la reunión resultó un rotundo fracaso.
¿Qué pretendía el movimiento altermundista acudiendo a Seattle?
Pretendía poner en evidencia la opacidad de la OMC ("técnica de Drácula") y congelar el Acuerdo Multilateral de Inversiones, complemento del Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones, existente en el Banco Mundial. Consiguieron las dos cosas.
Y consiguieron algo más. Durante la década de los años 1990, la globalización era presentada con un lenguaje exclusivamente comercial, protagonizada por las empresas transnacionales y los grandes grupos financieros. Desde entonces, incluso los sectores más conservadores comenzaron a utilizar en su lenguaje términos y propuestas vinculadas al medio ambiente, los derechos humanos, la pobreza y la desigualdad económica; a partir de entonces se empieza a hablar de economía solidaria, comercio justo, banca ética, microcréditos, empresas sociales, cooperativas, etc. Todo lo anterior puede considerarse consecuencia del efecto mariposa, que, trasladado al campo social, "nos habla de la importancia de todos esos cambios, aparentemente pequeños, que las personas y los grupos van introduciendo en los sistemas".
3 comentarios:
LO DICHO , NO IBA EN CONTRA DE USTED , SEÑORA ! ME REFERÍA A OTROS AMIGOS MÍOS ! SALUDOS
En efecto, no hace falta transformar el mundo de golpe; las pequeñas conquistas de un grupo de personas tienen repercusión, mucha más de la que creemos. Aunque es difícil, pienso que "un único individuo" puede cambiarlo todo, y el ejemplo de la entrada va por ese camino.
Muchas personas viven aletargadas, subyugadas por la injusticia del sistema hasta cierto punto, pero con el estímulo adecuado darían su apoyo a una causa justa, lo que a la postre ayudaría a la sociedad a progresar o, como mínimo, replantearse el rumbo que lleva. Precisamente por esto no podemos quedarnos sentados, ya que todo paso cuenta, por pequeño que sea.
Un saludo.
Creo que ha habido una confusión. No sé quien es Rosa de los Santos, ni qué le he podido decir.
Elemento Cero, estoy totalmente de acuerdo contigo.
Un saludo
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