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martes, 16 de julio de 2024

Sudan. Guerra civil

  

     El Fasher, la capital histórica de Darfur, es desde mayo es escenario de una de las mayores batallas que han asolado Sudán desde el estallido de guerra civil entre el principal grupo paramiitar y el ejército  regular, hace más de un año. Para los primeros, que ya dominan casi todo el resto de Darfur, se trata del combate final por la subyugación de esta región; para los segundos, que han aunado fuerzas con múltiples movimientos armados locales, la última oportunidad para frenar el empuje paramilitar en el flanco oeste del país.

      “La situación humanitaria es realmente mala debido al asedio de la región y a que todos los mercados, excepto el de ganado, están fuera de servicio a causa también de los ataques de artillería”, señala Ahmed Eissa, el director de programas de la unidad de respuesta de emergencia de un distrito del sur de El Fasher. “Esto ha obligado a algunas personas a tener que mendigar y ha provocado que muchas pierdan sus casas y sus trabajos”, apunta.

     “La situación humanitaria es realmente mala debido al asedio de la región y a que todos los mercados, excepto el de ganado, están fuera de servicio” señala AhmAhmed Eissa, director de programas de la unidad de respuesta de emergencia de un distrito del sur de El Fasher

     Además, solo uno de los tres hospitales principales de El Fasher sigue hoy parcialmente operativo. De los otros dos, uno quedó dañado ya a mediados de mayo en un ataque aéreo del ejército a poca distancia, y el otro fue atacado varias veces y tuvo que cerrar a inicios de junio después de ser asaltado y saqueado por los paramilitares, según MSF, que siguen apoyando el único hospital de la ciudad con capacidad quirúrgica y para atender a heridos.

     La situación en los centros de salud es igualmente crítica. “Todos están fuera de servicio porque se hallan en zonas de combates, excepto [uno] en el sector sur y [otro] en el norte”, apunta Eissa, que lamenta que incluso el último hospital que continúa en funcionamiento “fue bombardeado [recientemente] con artillería, lo que provocó la destrucción de su farmacia y la muerte de la farmacéutica que trabajaba en su interior”.

     Una de las zonas de El Fasher donde la situación es más grave es el campo de desplazados de Abu Shouk, donde ha habido fuertes combates y se están registrando altos niveles de desnutrición, dificultades para conseguir agua, y falta de alojamiento y de acceso a la atención sanitaria y a medicamentos, según una evaluación de la unidad de respuesta de emergencia local. “La situación está totalmente colapsada”, admite uno de sus miembros, que nota que su centro de salud depende de donantes y de la organización comunitaria. 

      La presión sobre los pocos recursos disponibles en El Fasher se está viendo asimismo aumentada por el creciente número de desplazados que está provocando el avance de los paramilitares. La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios estima que en los últimos tres meses más de 140.000 personas se han tenido que desplazar. Muchas de ellas se han trasladado a partes de la ciudad alejadas del frente, mientras que, quienes han podido, han huido principalmente hacia el sur, en dirección a las pocas zonas de Darfur que siguen fuera de control paramilitar, o hacia Chad y en menor medida Libia.

     “La situación de seguridad es muy complicada”, manifiesta un miembro de la unidad de emergencia formada en el distrito norte de la ciudad, que actualmente cubre también parte del oeste. “En la mayoría de los barrios de El Fasher se produjeron desplazamientos como consecuencia de los fuertes ataques y bombardeos dirigidos contra civiles por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido, pese a que sabían que no había defensas ni cuarteles militares en las zonas atacadas, y muchas casas fueron dañadas e incendiadas”, agrega.

     “En la mayoría de los barrios de El Fasher se produjeron desplazamientos como consecuencia de los fuertes ataques y bombardeos dirigidos contra civiles por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido”, señala Un miembro de la unidad de emergencia formada en el distrito norte de El Fasher

     Los combates en la ciudad, y sobre todo los ataques indiscriminados de los paramilitares, están dejando una gran destrucción. En menos de dos meses, se estima que casi 20.000 estructuras, sobre todo en barrios del sur y del este de El Fasher, han resultado dañadas o destruidas por las hostilidades, que se están desplazando hacia el interior, según un análisis del centro de satélites de la ONU (UNOSAT). También por incendios provocados.

     “La mayoría de gente se marcha en sus propios coches o en carros; algunos no tienen más remedio que irse [montados] en sus animales, incluidos caballos y burros; otros se van en tuctuc. Se marchan cargados de tristeza, llanto y miseria, con una imagen desgarradora escrita en sus rostros”, desliza el mismo activista del norte de El Fasher.

     Con todo, Eissa, de la unidad de respuesta de emergencia del distrito del sur de la ciudad, afirma que el centro de salud que gestionan ellos cubre ahora 12 barrios y sus alrededor de 100.000 personas, mientras que los ocho centros de acogida que apoyan pueden recibir a unas 10.000. El miembro de la unidad formada en el distrito norte de la ciudad señala que con todas sus acciones y una veintena de voluntarios llegan a cerca de 9.000 personas.

     Los tres voluntarios entrevistados coinciden en señalar que la comunidad internacional dispone de herramientas y vías para intentar frenar la crisis en El Fasher. La principal es aumentar la presión sobre las partes beligerantes para que se materialice un alto el fuego, se termine la guerra y llegue ayuda exterior. En paralelo, apuntan que, mientras tanto, se deberían considerar transferencias de fondos directas a iniciativas locales que siguen activas para, como mínimo, intentar salvar la actividad social y económica que queda.(Fuente: El País, Planeta Futuro, 9 de julio de 2024)

     Lo que me parece más importante es lo que señalen los tres voluntarios entrevistados:  la comunidad internacional puede hacer que termine la guerra y que llegue transferencias de fondos directas para, como mínimo, intentar salvar la actividad social y económica que queda. En la Agenda 2030, existe varios Objetivos de Desarrollo Sostenible que los países desarrollados deberían tener en cuenta, por ejemplo. "poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo", "poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible" o "reducir la desigualdad en y entre los países",  entre otros. El inconveniente reside en la poca atención que los países desarrollados están prestando a la Agenda 2030.

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