Si eres un padre ucraniano con hijas en una ciudad bombardeada, si eres una madre rusa con hijos en el frente, si eres las hijas, si eres los hijos, ¿qué prefieres: una paz injusta que mancille el honor de tu nación o una guerra justa que manche de sangre toda tu familia? ¿Prefieres soltar alguna lágrima frente al mapa recortado de tu país o llorar a diario ante la lápida del niñito de tus ojos? El abstracto orgullo nacional no te a tí ni a tus descendientes, ni a ningún dios bondadoso ni a ninguna madre patria, tanto como la pierna, el cráneo o la espina dorsal de tus seres queridos. Y de tus vecinos y de los vecinos de tue vecinos en cientos, miles de kilómetros a la redonda.
Las personas desplazadas, heridas, mutiladas, violadas o asesinadas en una guerra no son solo sus víctimas. Son los primeros intereses a proteger, las accionistas morales del conflicto, los a quienes los dirigentes autócratas o demócratas, deben rendir cuentas.(Fuente: El País, 2 de diciembre de 2025)
Lo anterior es primera parte de un artículo escrito por Víctor Lafuente sobre la guerra de Ucrania. Con ello quiero poner de manifiesto que las guerras no sos propias del verdadero ser humano.
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