El problema de las empresas transnacionales radica en que, igual que los mercados financieros, quieren funcionar, y están funcionando, sin ningún tipo de regulación, como decía Norquist han llevado a los gobiernos al cuarto de baño y los han ahogado en la bañera.
Joseph Alois Schumpeter, economista que falleció en 1950, se destacó por sus investigaciones sobre el ciclo económico. Schumpeter consideraba que el capitalismo era el mejor sistema para el progreso económico, pero, según él, podía destruirse debido a su propio éxito. En su obra magna, Capitalismo, socialismo y democracia, comparaba el capitalismo con los automóviles y decía que lo mismo que éstos pueden correr más rápido porque tienen freno, es gracias a los correctivos que portan las normas de los hombres, es decir, mediante la intervención del Estado, como el capitalismo se hace más eficaz.
En realidad, es lo mismo que decía Adam Smith, el profeta de todos los que abrazan el fundamentalismo del mercado; Adam Smith, en su libro La teoría de los sentimiento morales, destaca su inquietud por la "posibilidad de que la búsqueda de ganancias privadas provoque pérdidas sociales", según él, "una violación del juego limpio" que no se puede tolerar y que hace necesaria la intervención de los gobiernos.
Según Gabriel Jackson, historiador estadounidense, el capitalismo de libre mercado tiene un defecto muy peligroso que puede hacer que se venga abajo todo el edificio: si el mercado no se regula es completamente amoral.
Por bien de todos, pobres y ricos, pensemos de que forma se puede regular el mercado, de qué forma se pueden compaginar economía y ética.
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