Después de conocer la importancia que tiene la actitud del próximo(a) director(a) gerente del FMI (post del 17 de este mes) sobre cómo podemos intentar salir de la crisis, he considerado que, como ciudadana, debía saber cómo funciona esta institución.
Lo primero que he aprendido es que esta institución está dominada por fundamentalistas del mercado: creen que, en general, el mercado funciona bien y el Estado funciona mal. De acuerdo con ello, todas las decisiones que ha tomado en el pasado, para hacer frente a situaciones análogas a las que ahora estamos viviendo nosotros, las ha tomado desde la perspectiva y la ideología de la comunidad financiera.
Según el diccionario de la RAE, un ideólogo es "una persona que entregada a una ideología, desatiende la realidad"; y la realidad en este caso -pienso- es que los mercados financieros no regulados son capaces de cometer toda una serie de acciones que deberían ser castigadas por alterar el buen funcionamiento del sistema, lo mismo que se castiga a cualquier ciudadano que con su comportamiento altera el buen funcionamiento de la sociedad, por ejemplo, se envía a la cárcel al que roba.
Estoy de acuerdo con Joseph E. Stiglitz cuando dice que "lo menos que se puede esperar de una agencia internacional como el FMI es que identifique los casos relevantes en los que los mercados pueden no funcionar y analice qué políticas pueden evitar o minimizar los daños provocados por dichos fallos; es más, debería intentar afrontar los problemas antes de que ocurran y remediarlos cuando surjan".
Según este premio Nobel de Economía, el FMI siempre ha tomado sus decisiones apoyándose en una "curiosa mezcla de ideología y mala economía"; nunca ha tenido en cuenta los últimos avances de la teoría económica; y nunca ha tenido en cuenta los efectos de sus decisiones sobre los ciudadanos de los países a los que exigía su aplicación. Esos efectos han sido, con demasiada frecuencia, hambre y disturbios y, cuando las decisiones impuestas consiguieron a duras penas algo de crecimiento, muchas veces los beneficios se repartieron desproporcionadamente a favor de los más pudientes, mientras que los pobres se hundían más en la miseria.
Lo que me parece realmente escandaloso es que el FMI suponga que el dolor provocado es parte necesaria de algo que los países deben experimentar para llegar a una exitosa economía de mercado; me recuerda a los sacrificios humanos que nuestros antepasados practicaban para aplacar a los dioses.
¿Qué piensa el FMI de la democracia? El FMI siempre ha obligado a los Gobiernos a actuar según sus instrucciones, sin tener en cuenta de que eran gobiernos democráticamente elegidos. Por su parte, el FMI es una institución ademocrática,y totalmente opaca, a pesar de que se trata de una institución pública y el dinero que maneja pertenece a los ciudadanos.
Pronto sabremos hasta qué punto el próximo(a) director(a) gerente va a cambiar la orientación del FMI.
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