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viernes, 1 de julio de 2011

Medicamentos

     La salud es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y como tal debe ser preocupación de los gobiernos. La salud está íntimamente relacionada con el derecho a la vida, cuya protección y tutela por el Estado no puede limitarse a impedir que nos sea arrebatada, sino que tenemos derecho a la protección de la salud por el hecho de ser personas.

     La primera ministra Indira Gandhi, en su discurso ante la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 6 de mayo de 1981, dijo: "Mi idea de un mundo mejor ordenado es la de un mundo en el que los descubrimientos médicos están libres de patentes y no se obtenga beneficio de la vida ni de la muerte".

     Sin embargo, en estos momentos, los medicamentos son objeto de patente, y existe una poderosa industria que obtiene grandes beneficios a costa de la vida y la muerte de muchas personas. No siempre fue así en todas partes. Hay muchos países que ignoran -o han ignorado durante mucho tiempo- el concepto de patente, tal como lo concebimos ahora nosotros: cualquier descubrimiento del poder curativo de, por ejemplo, una planta había sido adquirido mediante intercambio de conocimientos de muchas personas y era patrimonio de todas ellas.

     En la actualidad, los medicamentos son competencia de la Organización Mundial de Comercio, incorporados al Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual  relacionados con el Comercio. Según ese Acuerdo los países más pobres, que carecen de industria farmacéutica propia, no tenían acceso a los medicamentos que necesitaban. Cuando, después de muchas deliberaciones, se acordó que estos países, cumpliendo ciertos requisitos y sofisticados trámites, pudieran acceder a algunos medicamentos, la catedrática de Ética y Filosofía Moral de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, escribió un artículo La arrogancia neoliberal (EL PAIS, 16-IX-2003) en el que decía:

     "Una noticia semejante, aún con todas las reservas del caso, es una buena noticia. Pero tan buena como el voto de las mujeres o la abolición de la esclavitud, conquistas ambas que no merecen una felicitación calurosa a quienes por fin cedieron para que fueran posibles, sino un ¡ya era hora!, o más bien; ¡hace siglos que ya era hora!. Bastante tonto es el refrán nunca es tarde, si la dicha es buena, porque puede ser tardísimo, cuando se han perdido muchas vidas y generado sufrimientos evitables".

     "Años han llevado las discusiones. Menos que los que se necesitaron para resolverse el voto de las mujeres y la abolición de la esclavitud, pero demasiados. (...).  Demasiados en una civilización como la nuestra, que tiene por entraña ética la defensa de los derechos humanos, el más básico de los cuales es el derecho a la vida".

     ¿Qué ha sucedido estos últimos años en la Tierra para que abunden los seres humanos que persiguen ganancias económicas por encima de todo, incluso por encima de la vida de otros seres humanos? ¿Cómo ha sido posible este retroceso en el proceso de humanización?  ¿Cómo podemos enderezar la situación?

     Volviendo a la comparación con la comparación con la esclavitud, mencionada por Adela Cortina, los militantes que se han batido a lo largo de la Historia por su eliminación, no se plantearon el problema de saber si la abolición de la esclavitud iba a privar al Norte de sus recursos, si iba a empobrecer a los países ricos. Movidos por un ideal de justicia, se enfrentaron a aquellos cuya preocupación era ante todo la rentabilidad y la riqueza.  Efectivamente, resulta muy bueno para la industria farmacéutica investigar únicamente en aquellas enfermedades y patentar aquellos medicamentos que pueden aumentar sus ganancias económicas, pero no es posible hacer abstracción del costo humano. Después de la abolición de la esclavitud, el Norte no sufrió un empobrecimiento, muy al contrario. Por lo menos se enriqueció moralmente.  

     Pero para cambiar un sistema de funcionamiento que, además de injusto e inhumano, nos lleva al precipicio, hay que, por una parte, conocer bien lo que sucede y, por otra, diseñar un sistema alternativo. Si no tiene una alternativa, simplemente protestando no se consigue nada mejor. En el caso de los medicamentos es inaceptable que se diga que no se investiga en una enfermedad, que mata a millones de personas inocentes, simplemente porque "el potencial de mercado no es suficientemente elevado". Hay algo que nunca debemos olvidar: nadie elige el lugar de nacimiento. ¿Por qué no declarar que la investigación constituya un servicio público, asumido en su totalidad por los poderes públicos, sin patentes, y que los resultados pasen directamente al dominio público, en el mundo entero?  Las pistas están, pero la voluntad política está, lamentablemente, ausente...

2 comentarios:

Poderio dijo...

Estoy completamente desacuerdo.
OK, no es justo
OK, hay que investigar enfermedades cuya cura no es rentable, pero se hace a una velocidad diferente.
Yo como empresa, me interesa mucho mas descubrir una viagra o un crecepelo (que ni siquiera son enfermedades) que la cura de la malaria.
Necesito millones y años de investigación con tecnologias punta para descubrir una nueva cura. Si no se hubiera puesto tanto dinero en la investigación del sida no habriamos obtenido resultados tan pronto, pero nadie quiere una gripe española o una peste bubonica. Queremos la cura ya.
No seamos hipocritas.
Lo que no quita que haya que limitar los muchos excesos que las farmaceuticas estan cometiendo.

Juliana Luisa dijo...

Hola Poderio.
Si, como empresa, quieres dedicarte fabricar crecepelos o viagras, no te inscribas como empresa farmacéutica.
Una empresa farmacéutica precisamente por dedicarse a actividades de investigación goza de ciertos privilegios.

Si se trata de medicamentos ¿por qué gastar en publicidad más que en investigación? según indica la directora de una revista médica. ¿Por qué negar a los pobres la versión genérica de medicinas que podrían salvar vidas? ¿Por qué ensayos clínicos no éticos?

No se pide que sean hermanas de la caridad, pero sí que antepongan las ganancias a cualquier otra cosa.
Acepto que ello se debe en gran parte a un determinado sistema económico. En realidad, se protesta contra el sistema.Cuando en la Ronda de Uruguay se negoció el tema de las patentes, ¿por qué no se tuvo en cuenta estos aspectos? Incluso se puede (con dificultad) aceptar que no se dieron cuenta, pero ¿no se corrige la situación? Todos los textos aluden a la presión de las farmacéuticas.
Creo que, al final, estamos de acuerdo.

Un saludo