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martes, 17 de enero de 2012

El "modelo" de la elección racional

    ¿Por qué creen los optimistas económicos que, cuando un recurso escasea, la solución está en ponerle un precio?

     Un recurso renovable, pero imprescindible y escaso, es el agua. Nadie mejor que Arundhati Roy, licenciada en Arquitectura en la Delhi School of Arquichecture y autora de la novela El dios de las pequeñas cosas, acreedora del Booker Prize 1997, el galardón literario más prestigioso para obras escritas en inglés, para contar lo que sucedió en el Segundo Foro Mundial del Agua, celebrado en La Habana los días 17 a 22 de marzo de del año 2002. En uno de sus ensayos El algebra de la justicia infinita (pág. 144-145, Ed. Anagrama, 2002) Arundhati Roy cuenta:

     "Tres mil quinientos banqueros, hombre de negocio y altos funcionarios, asesores políticos, ingenieros y economistas y a fin de demostrar que los del 'otro lado' también estaban presentes- unos cuantos activistas, grupos de coros y danzas pertenecientes a diversas culturas tribales, conjuntos de teatro callejero más bien paupérrimos y media docena de chicas con disfraces hinchables que representaban grifos plateados se congregaron en La Habana para discutir el futuro del agua en el mundo.  Todos los discursos estaban llenos de frases rimbombantes como 'liberalización de la mujer', 'participación popular' y profundización de la democracia'.  Sin embargo, pronto resultó evidente que el verdadero propósito del Foro era hacer presión en pro de la  privatización del agua.  Hubo numerosas propuestas santurronas en el sentido de hacer el acceso al agua potable un 'derecho humano básico'. Lo primero que a todo el mundo se le ocurriría preguntar es cuál es el mejor modo de conseguirlo, ¿verdad?  Pues es muy sencillo. Poniéndole al agua un precio acorde con las leyes de mercado, vendiéndola a su 'verdadero' precio. (No es ningún secreto que el agua es un bien cada vez más escaso. En la actualidad, hay en el mundo más de mil millones de personas que no disponen de agua potable). Y el mercado decreta que, cuando más escaso es un bien, más elevado ha de ser su precio. Nadie valora más el agua que una mujer campesina que tiene que andar varios kilómetros para poder llenar un cántaro. Nadie la valora menos que habitantes de las ciudades, que pagan para que fluya indefinidamente con solo abrir un  grifo.

     Así pues, aquellos discursos que relacionaban los derechos humanos con el precio 'verdadero' del agua eran un tanto desconcertantes. Al  principio, no entendía adónde querían ir a parar.  ¿Creían los ponentes que los derechos humanos son para los ricos, que solo los ricos son humanos, o que todos los humanos son ricos."

     Ahora, vuelvo a la pregunta que dio origen a esta descripción: ¿por qué los optimistas económicos -guía de instituciones como la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Banco Mundial- creen que, cuando un recurso escasea, la solución es ponerle un precio?  Thomas Homer-Dixon indica que ello se debe a que los optimistas económicos consideran a las personas como máquinas calculadoras, "modelo" -en la terminología de las ciencias sociales- de la elección racional.

     ¿Se puede considerar humano, es decir, acorde con las características de la especie humana, un sistema económico y social que considera que las personas son como máquinas de calcular? Desde luego, no. Por eso, se califica de injusto e inhumano, y por eso se considera urgente su cambio por un sistema basado en un paradigma diferente: el desarrollo humano, en lugar del crecimiento económico.

4 comentarios:

J. Felipe dijo...

Lo que yo me pregunto, al hilo de lo que acertadamente expones, es como el grado de maldad humana ha podido llegar tan lejos como para condenar a la muerte a millones de personas por una mera cuestión pecuniaria. Quienes actuan de este modo tienen tal grado de egoísmo que amasan enormes fortunas sin importarle la vida de los demás. ¿Y los organismos internacionales, para que están?

Juliana Luisa dijo...

J. Felipe:
Prinera están los organismos internacionales que conforman nuestro actual sistema económico y social, y, después, estamos nosotros que nos hemos contagiado, casi sin darnos cuenta. Hay una expresión que dice que lo más peligroso del diablo es que no se deja ver: eso es lo qe hacen los organismos internacionales: "no se dejan ver". Por ejemplo, ¿quién sabe dónde se reúnen cada dos años los países miembros? ¿que acuerdan? etc. Y, sin embargo, los acuerdos nos afectan a todos.
Un saludo
Un saludo

Poderio dijo...

Me parece bien que el acceso a agua potabe sea un derecho del ser humano.
Pero es un brindis al sol.

Como que todos los españoles tenemos derecho a una vivienda digna o a un puesto de trabajo ... de desgastado y vano que es es derecho ya no lo recuerdo.

Pero vayamos a algo práctico. ¿Tan dificil es montar plantas potabilizadoras portatiles?
Algo que quepa en un camion y que se pueda llevar a cualquier parte y ponerlo a funcionar ya mismo. No me creo que el ser humano sea tan inconpetente como para no haber inventado algo como eso cuando lleva milenios dependiendo de ese agua.

Juliana Luisa dijo...

Hola Poderío:

¿Cómo puedes decir que es un brindis al sol, el que cualquiera tenga derecho a algo tan básico como beber?
¿Vamos a dejar que las empresas de agua embotellada, cuyas ganancias, en estos momentos, son enormes, se adueñen del agua que encuentren? ¿Sabes que hay contratos por los cuales el agua de lluvia no pertenecen a quien vive alli, sino a la empresa que compró los correspondienes derechos?

No es díficil montar aguas potabilizadoras portátiles, ¿pero a quien le puede interesar? Sólo a las ONG humanitarias, que hacen lo que pueden con los medios económicos de que disponen.

¿Qué validez tiene para tí la Declaración Universal de los Derechos Hamanos?

Un saludo