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sábado, 2 de julio de 2011

Investigación farmacéutica. Preferencias

     Los sectores críticos constatan que en los últimos años sólo el 1 por ciento de la I+D (investigación y desarrollo) farmacológica se ha dedicado a poner en el mercado productos contra las enfermedades de los países pobres; la investigación de nuevos fármacos sólo repercute en patologías que afectan a los países ricos, o sea, el 10 por ciento de la Humanidad.

     ¿Por qué la industria farmacéutica prefiere investigar en patologías que sólo afectan a los países ricos?  Las personas de los países ricos tienen más dinero y pueden pagar precios más elevados, pero constituyen -como ya se ha dicho- una fracción pequeña de los habitantes de la Tierra, y ¿no es cierto que en ellos la incidencia de la enfermedad es menor?

     Hay que distinguir entre estar enfermo y sentirse enfermo. Sucede en los países ricos lo que describe en escritor francés Jules Romains en una de sus obras de teatro: Knock o el tiempo de la medicina.

      Knock era un médico que empezaba a ejercer en un pueblo montañés cuyos habitantes casi nunca estaban enfermos. Knock no estaba dispuesto a seguir el camino de su antecesor, es decir, morir sin "tener donde caerse muerto" y empezó a cavilar de qué forma podía hacer que los aldeanos fueran a su consulta.

     Se le ocurrió empezar adulando al maestro del pueblo, hasta conseguir que explicase a los aldeanos que los responsables de todas las enfermedades son unos seres diminutos que no se pueden ver, pero que están en todas partes y que es necesario guardar muchas precauciones para no ser atacados por ellos. Después contrató al pregonero y le hizo anunciar que el doctor invitaba a todos a una visita gratuita para "limitar la inquietante propagación de enfermedades de todo tipo que, desde hace años, se extienden por nuestra región, antaño tan sana". La sala de espera se llenó hasta los topes. En sus visitas, Knock diagnosticaba síntomas extraños e inculcaba a los ingenuos aldeanos la necesidad de un cuidado permanente. A partir de entonces, muchos de ellos empezaron a guardar cama y requirieron ser visitados casi a diario por el médico.

     La aldea parecía un hospital; personas sanas sólo quedaban las justas para cuidar a los enfermos. El farmacéutico se convirtió en un hombre rico, al igual que el posadero, cuyo mesón se utilizaba como hospital de campaña.

     La industria farmacéutica, con el único objetivo de aumentar sus beneficios económicos, está trabajando muy activamente en la "fabricación de enfermedades", está tergiversando y convirtiendo en estados patológicos los que, en realidad, son altibajos naturales de la vida y  comportamientos normales; y, lo mismo que Knock, está teniendo mucho éxito, pues está demostrado que los beneficios netos de las mayores farmacéuticas superan con creces el beneficio neto medio obtenido por otras empresas de su rango.

      El problema reside en que, en ningún caso, un medicamento es inocuo. Los efectos secundarios de los medicamentos sólo son aceptables cuando el posible beneficio, es decir, el efecto curativo merece la pena. Se ha observado que, en Estados Unidos, los efecto indeseados de los medicamentos constituyen la cuarta causa de muerte por detrás del infarto de miocardio, el cáncer y el ictus, pero por delante de la diabetes, la bronquitis crónica, los accidentes de tráfico o el sida. (Joan-Ramon Laporte, profesor de Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona, al libro de Jörg Blech, Los inventores de enfermedades. Cómo nos convierten en pacientes, Ediciones Destino, 2005).

2 comentarios:

Lorenzo Garrido dijo...

Si los médicos gobernasen acabarían con la salud mundial.

Juliana Luisa dijo...

No todos los médicos se fían de los que les dice la industria farmacéutica, pero estoy de acuerdo contigo.