Cuando comenté el proyecto, preparado por Jeffrey Sachs para hacer frente al hambre que asuela a los habitantes de Somalia, en particular, y a todos los del Cuerno de África, en general, una de las cosas que indiqué fue mi miedo a que se repitiera la historia, es decir, a los estruendosos fracasos que jalonan la historia del Banco Mundial, algunos de ellos mencionados por Bertrand Schneider, durante algunos años secretario general del Club de Roma.
El Club de Roma, al que se ha llamado "la conciencia de la humanidad", fue una organización no gubernamental creada en 1968 con cien miembros designados por cooptación entre personalidades de todo el mundo, de diversas profesiones e ideologías, ocupados en analizar los problemas de alcance global e interdependientes que afectaban a la Humanidad a medio y largo plazo. Gracias a informes técnicos y por medio de reuniones frecuentes, el Club de Roma trataba de orientar y alentar a la opinión pública y movilizar voluntades para impedir y superar los males de particular gravedad.
El escándalo y la vergüenza de la pobreza y el subdesarrollo es el título de un Informe al Club de Roma, preparado por Bertrand Schneider. En el prólogo de este libro, Schneider dice: "Las reflexiones que siguen se basan en un hecho irrefutable: las políticas e iniciativas de desarrollo aplicadas en el Sur durante los últimos treinta años (el libro fue publicado en 1995), sobre todos las más notables y espectaculares, han surgido de los países del Norte, los cuales han sido también, con mucha frecuencia, los encargados de llevarlas a cabo".
Más tarde, Schneider confiesa estar "completamente persuadido de que, para trazar el camino hacia el futuro, es esencial tener en cuenta el punto de vista del Sur". No tener en cuenta este punto de vista es ignorar que se trata de personas con una cultura distinta, pero capaces de sentir y pensar.
Aunque el análisis de las políticas de desarrollo pone, claramente, de manifiesto la gran hipocresía del Banco Mundial al decir que su sueño es un mundo sin pobreza, cuando, en realidad, su objetivo fue siempre otro muy diferente, Schneider sin referirse a este último objetivo, atribuye los fracasos de los proyectos diseñados por esta institución a la ausencia "del más simple sentido común y una real voluntad política". La "real voluntad política" se explica por la necesidad de atender al "oculto" objetivo del Banco Mundial; y la falta del "más simple sentido común" a no tener en cuenta la idiosincrasia, la mentalidad, de las personas a las que iban dirigidos los proyectos.
Puedo aceptar que Jeffrey Sachs ha confeccionado su proyecto para el Cuerno de África con buena voluntad, pero ... ¿ha tenido en cuenta -entre otras muchos aspectos ya indicados- el punto de vista de las personas a las que va dirigido? ¿tecnologías de vanguardia? ¿escuelas con internado? ¿inversiones específicas en manejo del ganado? ¿Cómo puede ignorar que Somalia y todo el Cuerno de África necesita urgentemente ayuda, no grandes proyectos? Una ayuda sincera, altruista, pero no, una ayuda infectada de hipocresía y diseñada sin tener en cuenta a las personas a las que va dirigida.
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