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martes, 23 de agosto de 2011

El porqué del silencio del Banco Mundial

     Hace unos días expresé mi temor a que se repitieran, en Somalia y todo el Cuerno de África, los tremendos errores cometidos por el  Banco Mundial en otros países subdesarrollados -grandes proyectos, muchas veces abandonados, que no sirvieron para nada-. Un día antes, me preguntaba por el silencio del Banco Mundial , silencio que consideraba no acorde con su lema: Nuestro sueño es un mundo sin pobreza. Han pasado los días y el silencio continúa: ningún medio de comunicación ha hecho ni la mínima mención al Banco Mundial, ni siquiera Jeffrey Sachs, que se limitó a decir que había pedido dinero a Obama, para llevar a cabo su, a mi juicio, disparatado proyecto.

    Ahora creo que he encontrado el verdadero motivo de tanto silencio. Es algo mucho más vergonzoso que actuar como un banco comercial cuando se dice querer hacer desaparecer la pobreza.

     He encontrado un artículo de prensa (colecciono recortes de periódico) en el que el escritor mexicano Jorge Volpi explicaba que, alrededor de 1970, un tal Perkins empezó a trabajar en una misteriosa empresa de consultoría llamada Chas T. Main INC. una de cuyas principales funciones era asesorar al Banco Mundial sobre las posibilidades de inversión en distintos países del Tercer Mundo. Su trabajo iba a consistir, primero, en conseguir que los préstamos, entre otros, del Banco Mundial, del FMI y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), concedidos para realizar algún proyecto en países subdesarrollados pasasen a través de esa consultoría y fueran contratados con compañías estadounidenses; y, en segundo lugar, buscar la bancarrota de esos países para que no pudieran pagar sus deudas. Una vez que estos países estaban atados con deudas enormes, el gobierno estadounidense les "daba una mordida", para que se convirtieran en dóciles socios de Estados Unidos, de forma que no pudieran negarse a ceder su territorio para la construcción de bases militares, a poner sus recursos naturales a disposición de inversores extranjeros o a otorgar sus votos a Estados Unidos en la ONU y en otras instancias internacionales.

     Las herramientas de trabajo de Perkins eran informes financieros falsos, manipulación de elecciones, sobornos, extorsiones, sexo y asesinatos.

     Perkins participó en varias misiones, pero cada vez menos seguro de su moralidad, en 1982 abandonó la empresa de consultoría. Los primeros años mantuvo en secreto su trabajo en esa empresa; pero pasados unos años, su hija le convenció de que no debía seguir callado. Al final, contó su historia en un libro publicado en español en 2004 con el título Confesiones de un sicario económico. Ahora realiza proyectos de desarrollo que, de verdad, buscan el beneficio de los más pobres. (En Internet he encontrado una amplia información acerca de ese libro).

2 comentarios:

Óscar Gartei dijo...

Es la clave de todo movimiento económico, incluso de la presente crisis: debilitar a un determinado grupo de personas para que otro grupo se apodere de sus almas y, especialmente, de sus billetes.

Todo para favorecer al pez grande que, por desgracia, parece no morirse nunca. Ojalá algún día estos atropellos puedan ser juzgados y se haga justicia -de la de verdad, no de esa que rezan las constituciones y que es más falsa que una moneda de 7 euros-.

Juliana Luisa dijo...

Tanto el Banco Mundial, como la OMC y el FMI, son instituciones que gobiernan nuestras vidas, y totalmente opacas. Conviene no dejar de hablar de ellas y sacar a la luz cualquier fechoría. Como no se habla de ellas, la gente cree que no hacen nada.
El pez grande ni se muere, porque nunca nos hemos intentado, ni siquiera, un pescar.
Un saludo