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lunes, 11 de noviembre de 2024

Cambio climático, Valencia

     Quienes han han provocado el colapso que hace que los fenómenos extremos sean más frecuentes y más graves son principalmente los corporaciones de combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas natural. Estas corporaciones dan beneficios a una minoría de superricos que en los últimos años han concentrado aún más dinero. Esta  minoría, que cuenta con el apoyo de la mayoría de los gobiernos y parlamentos del mundo, está aumentando la producción de combustibles fósiles, no reduciéndola. Es decir:  no planean dejar de destruir la casa-planeta. No planean dejar de matarnos  

     Lo que ha ocurrido en Valencia no es una "fatalidad" que se repite de vez en cuando. Está directamente relacionado con el calentamiento global causado por la acción humana. Por supuesto que ha habido inundaciones en el pasado. Pero hay que estar en total negación para darse cuenta de que estos extremos se están volviendo. muy rápidamente, cada vez más frecuentes y peores. En Italia, en octubre. Las carreteras se convirtieron en ríos. Antes le había tocado a Francia y, en septiembre, al centro y este del continente. Y eso solo en Europa. Mencionar otras regiones del mundo requerirla más espacio que el de esta columna.

     Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicado en octubre mostró que. incluso si todos los países cumplen sus promesas de reducir las emisiones, el aumento de la temperatura seré de entre 2,6  y 3,1 grados centígrados a finales de este siglo. (...)

     Lo que quiero gritar, aunque solo sea con palabras escritas más elegantes que encuentro, es que con 1,5 grados estamos viendo catástrofes como la de Valencia en distintas regiones del mundo. Con un aumento de las temperatura de tres grados, no habrá prevención. mi mitigación ni adaptación que den abasto.  O plantamos cara a las corporaciones fósiles -obligamos a gobiernos y  parlamentos a defender el bien común y no los beneficios de  un puñado de multimillonarios-  o la catástrofe nos alcanzará.

     La pregunta es: ¿vamos a guardar silencio sobre los máximos responsables y permitir que nos sigan matando, o vamos a empezar a actuar?.  No creo que sea una elección. Tenemos una responsabilidad para con los niños que ya han nacido y solo cuentan con nosotros, los adultos disponibles, para detener a los comedores de mundos.  (Fuente: El País, 6 de noviembre de 2024)

     El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 13 es "Adoptar medidas urgentes para combatir el  cambio climático y sus efectos". Las metas de ese objetivo son:

          13.1 Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países

          13.2 Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales.

          13.3 Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana.

          13.a Cumplir el compromiso de los países desarrollados que son partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de lograr para el año 2020 el objetivo de movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares anuales procedentes de todas las fuentes a fin de atender las necesidades de los países en desarrollo respecto de la adopción de medidas concretas de mitigación y la transparencia de su aplicación, y poner en pleno funcionamiento el Fondo Verde para el Clima capitalizándolo lo antes posible.

          13.b Promover mecanismos para aumentar la capacidad para la planificación y gestión eficaces en relación con el cambio climático en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, haciendo particular hincapié en las mujeres, los jóvenes y las comunidades locales y marginadas. 

      Me parece importante señalar que las metas 13.a y 13.b en las que se menciona a los en desarrollo y que debía tener en cuenta los países desarrollados no se han alcanzado ni parece que se alcanzaran antes del año 2030.

 

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domingo, 10 de noviembre de 2024

Ciudadano del mundo

     Se deniminan "ciudadanos del mundo" a las personas que rechazan la pertenebcia 0bligatoria a una nación- Se atribuye a Séneca la exorsión; "Nohe nacido 'ara solo un rincón. Mi patria es todo  el mundoª

     Como he escrito en alguna ocasión, "si todos somos habitantes del mismo planeta y todos los problemas son de todos. no parece aceptable sentirse miembro de un solo país. Los problemas se podrán resolver más fácilmente si todos nos consideramos ciudadanos del mundo.

     Se consideraron ciudadanos del mundo Albert Einsteín. el científico más conocido y más popular del siglo XX, alemán de origen judío; Bertrand Russell, británico, filósofo, matemático,  escritor, activista social, Premio Nobel de Literatura; Thomas Paine, intelectual inglés y revolucionario americano, uno de los Padres Fundadores  de Estados Unidos, autor de la frase; "Mi País en el mundo y mi religión hacer el bien".

     También son claros defensores del concepto ciudadanos del mundo. Martha C. Nussbaum, filósofa, galardonada con el Premio Príncipe de Asturias 2012; Jesús Mosterin, filosofo español, profesor de Investigación de Investigación del Instituto de Filosofía de CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas); David Held, sociólogo, catedrático de Ciencia Política en la London School of Economic.

     Colaboradores de David Held es Daniele Archibugi, uno de los promotores de la creación de un Parlamento Mundial de elección directa, que trabaja en el Consejo Nacional de Investigación italiano En Roma y es miembro del Consejo asesor de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, editado por el Centro de Investigaciones para la Paz (CIP- Ecosocial) de Madrid.

     Los conceptos de ciudadanos del mundo y democracia cosmopolítica obligan a sustituir los verbos confrontar y competir por los de acordar y cooperar. Es decir, convocan a trabajar en el área de negociaciones y consensos. Remplazan los conceptos de competencia y el objetivo de crecimiento económico por los de colaboración y desarrollo humano.

     Jeremy Rifkin en su libro La civilización empática. La carrera hacia una  conciencia global en un mundo en crisis (2010, ed. Paidós) indica en la página 14: "Quizá la cuestión más importante a la que se enfrenta la humanidad es si podemos lograr empatía global a tiempo de salvar la Tierra y evitar el derrumbe de la globalización". En estos momentos, si queremos sobrevivir, tenemos que extender la empatía a todos los seres humanos que pueblan la Tierra. No podemos seguir funcionando como hasta ahora, Es necesario cambiar de paradigma y diseñas un futuro en consonancia con nuestros verdaderos valores y necesidades.

     Adela Cortina en su libro Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafió para la democracia (2017: 159) afirma que es la pazlo que hace atractivo el cosmopolitismo".


sábado, 9 de noviembre de 2024

Estados - Nación

     Si todos somos habitantes del mismo planeta, no parece aceptable sentirse miembro  de lo que se llama una nación.  La soberanía nacional permite a cualquier presidente de una nación desobedecer cualquier acuerdo firmado por un presidente anterior. Así no se puede hacer frente a ningún problema global. En opinión del historiador, José Álvarez Junco, Premio Nacional de Ensayo 2002, expuesta en su libro Dioses útiles (2016), las naciones son dioses útiles para los políticos, y solo existen en la medida en que se lo crean los ciudadanos, por otra parte fáciles de convencer, porque la nación da una identidad, dice quien eres y favorece la autoestima. La división en naciones es el origen de casi todas las guerras.

      El escritor y poeta José Luis Borges (1899-1986) señaló que el nacionalismo "es el canalla principal de todos los males. Divide a la gente, destruye el lado bueno de la naturaliza humana y conduce a la desigualdad en la distribución de la distribución de las riquezas".

     La realidad es que todos pertenecemos a la especie humana. Según el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

     Jeffrey Sachs, (1954--) una de las principales autoridades mundiales en economía y política sanitaria,  indica en su libro Economía para un planeta abarrotado (2008: 17): "[En el siglo XXI] los desafíos del desarrollo sostenible  (...) ocuparán el centro de la escena. La cooperación global deberá pasar a un primer plano. La idea misma de que los estados-nación compitan por los mercados, la energía y los recursos quedará anticuada".

 

 

Médicos sin Fronteras

     Lo que voy a escribir hoy es un articulo escrito por  Ali Almohammed, un médico originario de Alepo, Siria, que trabaja actualmente como coordinador médico de Médicos Sin Fronteras en Líbano y publicado en El País.Planeta Futuro el 4 de noviembre de 2024

     Beirut es una ciudad que alberga muchos recuerdos de mi vida personal. Entre 2019 y 2021, viví y trabajé aquí en múltiples ocasiones, y sus calles y su gente quedaron profundamente entrelazadas con mis vivencias. Ahora, en 2024, esos recuerdos se ven empañados por el sufrimiento de la gente. La Guerra ha trastocado vidas, transformando escuelas en refugios temporales para familias desplazadas. Las aulas, antes llenas de risas, ahora son el refugio de niños y padres que luchan contra el frío y la angustia de la incertidumbre. Los pequeños duermen en el suelo, preguntándose por qué no pueden volver a casa, mientras sus padres temen el siguiente ataque aéreo y las consecuencias desconocidas que traerá.

     Cada día visito estos refugios, ofreciendo la ayuda que está a nuestro alcance. Sin embargo, las personas con las que me encuentro comparten una súplica común: no solo necesitan asistencia, anhelan recuperar una vida en paz. Sueñan con un hogar seguro para sus hijos, lejos del miedo constante que oscurece sus días. A pesar de nuestros esfuerzos, el verdadero alivio no se encuentra en la ayuda temporal, sino en la esperanza de un futuro pacífico. El 28 de septiembre me reuní con un amigo cuya vida se había desmoronado: su esposa y su madre dormían en la calle, sin un lugar a donde ir. Fue un doloroso recordatorio de mi propio viaje desde Siria en 2014, cuando crucé a Turquía en la oscuridad de la noche, buscando desesperadamente un lugar seguro. Pasé meses desplazándome entre diferentes refugios en Turquía y el Kurdistán iraquí, sin saber nunca dónde encontraría cobijo a continuación.

      Me hice médico porque creía en la importancia de tratar y salvar vidas. Sin embargo, tras más de 10 años respondiendo a crisis, he presenciado sufrimientos irreparables de formas que jamás imaginé. Con Médicos Sin Fronteras (MSF), he trabajado en numerosos conflictos y emergencias que para la mayoría son solo noticias: Siria, Sudán del Sur, Ucrania, Irak, Etiopía, Sudán y Líbano. Cada país, cada nueva crisis, ha añadido un capítulo a una larga historia de resiliencia en medio de un dolor insoportable. Pero esa capacidad de resistir se está agotando, no solo para aquellos a quienes sirvo, sino también para mí. Estoy cansado, agotado de ser testigo del sufrimiento y de los sistemas que lo perpetúan.

     No obstante, en medio de tanta angustia, encuentro razones que me impiden dar la espalda. Incluso cuando el camino se vuelve difícil y la esperanza parece lejana, sé que nuestros esfuerzos humanitarios pueden marcar la diferencia, aportando una pequeña luz en la oscuridad.

Desplazamiento: un compañero constante

     Mi viaje de desplazamiento comenzó en Alepo en 2012. Una ciudad que una vez fue mi hogar, donde estudié medicina, amé, forjé relaciones e hice planes para el futuro. Pero la guerra destrozó esos sueños, dispersándome a mí y a millones más, obligándome a cruzar fronteras en busca de un refugio seguro. Incluso ahora, tras todos estos años, me cuesta encontrar las palabras para describir lo que se siente al ser arrancado de todo lo que conoces y amas.

      Abandonar Alepo no solo significó perder mi hogar, sino también mi vida tal como la conocía y mi sensación de paz. El desplazamiento constante y la incertidumbre del futuro desgastan poco a poco. No se trata solo del cansancio físico, sino de una carga mental y emocional que te cala hasta los huesos. Cada movimiento está marcado por la obsesión de cuándo ocurrirá la próxima tragedia.

      El agotamiento que arrastro también se refleja en los rostros de las personas que conozco. En los campos de Irak, los refugios temporales de Líbano y los hospitales abarrotados de Darfur Sur, veo a personas que no están cansadas, sino rotas. Han sobrevivido a bombas, violencia, brotes, desastres naturales y desplazamientos, y las cicatrices psicológicas los han dejado como sombras de lo que alguna vez fueron.

 Una década de práctica humanitaria

     Llevo más de una década formando parte del equipo de MSF, acudiendo allí donde más se necesita. Desde tratar la malaria grave en Sudán del Sur hasta atender a supervivientes de violencia sexual en Etiopía y gestionar crisis de desnutrición en Darfur Sur, he entregado todo lo que tengo a este trabajo. Sin embargo, cada misión ha sido un recordatorio de la fragilidad de la vida y de las limitaciones inherentes a la ayuda humanitaria.

Estoy cansado, pero no derrotado

     Aunque estoy cansado, no estoy derrotado. A lo largo de mis 10 años con MSF, he sido testigo del impacto duradero que el trabajo humanitario puede tener, incluso cuando parece ser solo una gota en el océano. He visto a personas levantarse, a pesar de las abrumadoras dificultades, y he comprobado cómo la solidaridad, incluso en pequeñas dosis, puede marcar la diferencia.

     Mi cansancio no es solo personal; es colectivo. Es el cansancio de todos los trabajadores humanitarios, enfermeras, comadronas y médicos que han estado en primera línea, entregando lo mejor de sí mismos en un mundo que a menudo se siente indiferente. Es el cansancio de un mundo que ha presenciado demasiado sufrimiento y muy pocos cambios.

     Lo que espero, por encima de todo, no es solo el fin de mi propia fatiga, sino el cese de la necesidad de que trabajadores humanitarios que, como yo, operen en zonas de guerra. Sueño con un mundo en el que las familias, incluida la mía, no se vean desgarradas por la violencia; donde los niños puedan crecer en paz, y donde médicos como yo puedan dedicarse a curar, no solo a sobrevivir. Sueño con un mundo en el que finalmente pueda estar con mi hijo, rodeado del amor de mi familia y amigos, en un lugar donde la paz ya no sea solo un anhelo.

     Sí, estoy cansado. Pero mientras haya trabajo que hacer y vidas que salvar, seguiré adelante. Y me aferro a la esperanza de que un día el mundo deje de estar tan agotado.

     Gracias a todas personas que ponen de manifiesto que pertenecen a la especie humana: empática, social y solidaria, a pesar de haber nacido en un sistema económico-social como el actual, que funciona bajo la creencia de que el ser humano es, como he dicho, en más de una ocasión, solo piensa en ganar cada vez más dinero.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Elinor Ostrom

     En relación con Elinor Ostrom, citada en la anterior "píldora para pensar", me ha parecido importante resumir lo que de esa  economista dice Jeremy Rifkin,  en su libro La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas. el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo (2014. Ed. Paidós). 

     En el capítulo 10 de ese libro,  Rifkin cita a Elinor Ostrom. economista y profesora de la Universidad de Indiana y de la Universidad Estatal de Arizona, que acababa de  escribir un análisis económico y antropológico exhaustivo de la histeria del procomún que abarcaba mil años. Según Rifkin, "su trabajo deslumbró a la comunidad intelectual y al mundo económico académico". Su agudo análisis de las razones por las que la gestión del procomún había triunfado y fracasado en el pasado, y sus pragmáticas  propuestas para garantizar el éxito en el futuro, le valieron el Nobel de Economía en 2009, siendo la primera mujer en recibir ese honor.

     Ante todo, Ostrom era economista, pero no tenía ningún reparo en adoptar el papel de antropóloga.  Estudió las formas de gestionar el procomún desde los Alpes Suizos hasta las aldeas de Japón para descubrir los principios que las convertían en modelos de una gestión eficaz.  Desde inicio de su trabajo se ocupó de explicar que muchos procomunes que había estudiado  habían "sobrevivido a sequías, inundaciones, guerras, plagas y grandes cambios económicos y políticos" durante largos períodos de la historia.

     Ostrom encontró que al gestionar recursos comunes -pastos para ganado. zonas de pesca, sistemas de irrigación, bosques, etcétera- lo mas frecuente era que cada persona antepusiera el interés de la comunidad a su interés personal y que priorizara la conservación a largo plazo del recurso común frente a sus circunstancias personales, aunque fueran muy difíciles.En cada caso, el aglutinante que hacía viable el procomún eran unos modos de gestión que se habían  acordado voluntariamente mediante la participación democrática de todos los implicados.

     Tres años de estudios de campo y de investigación sobre lo que que un procomún funcione, Ostrom y sus colegas propusieron un lista de siete "principios de diseño" que parecen caracterizar cada procomún eficaz que examinaron.

    Ostrom y sus colegas hallaron que cuando los sujetos se enfrentaban a un problema relacionado con algún recurso común y se les obligaba  a tomar una decisión personal y anónima porque no podían consultar a nadie más, siempre acababan abusando del recurso.

     Muchos estudios y experimentos realizados en los últimos años están echando por tierra la antigua creencia de que, en el fondo, los seres humanos son utilitaristas solitarios que merodean por el mercado en busca de oportunidades para enriquecerse explotando a sus semejantes. 

     Hoy sabemos que nuestra especie es la social y que cuenta con un neocórtes muy voluminoso y extraordinariamente complejo. Los científicos cognitivos nos dicen que nacemos con unos circuitos neurales que nos permiten sentir empatía ante el sufrimiento ajeno y que la supervivencia de nuestra especie se ha debido mucho más a la sociabilidad colectiva que a las tendencias egoístas. Lejos de ser una anomalía, el procomún como forma de gestión de la actividad económica parece concordar mucho más con nuestros instintos biológicos que la cruda imagen de un mercado en el que una mano invisible recompensa mecánicamente la conducta egoísta.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Cómo hacer frente al cambio climático,

      Un problema global de extrema importancia es el cambio climático Los especialistas no sean cansan de repetir que si no hay un cambio radica, por parte de la comunidad internacional, el cambio climático puede poner en peligro, desastrosa y perennemente, el bienestar de la futuras generaciones.

     Muy importante es tomar conciencia de que el cambio climático es debido a la acción  humana y, por tanto, solo es ser humano puede corregirlo. Jean Tirole, Premio Nobel de Economía 2015, en el capítulo "El desafió climático· (29017, 217-252), de su libro La economía del bien común, señala "a pesar de la acumulación de pruebas científicas sobre el papel de la especie humana en el cambio climático, la movilización internacional sobre este tema es, en la práctica, decepcionante",

     Este economista indica que "en economía, el cambio climático se presenta como un problema de bien común". A este respecto, conviene  recordar que son bienes comunes de la humanidad son aquellos bienes, algunos de ellos recursos naturales renovables de los que podemos disfrutar todos, incluso las generaciones venideras, pero que, sin embargo, no pertenecen a nadie. El aire es un bien común, lo mismo que el agua, los recursos marinos, las semillas, la belleza de un paisaje, el conocimiento, etc. Todos ellos son afectados por el cambio climático. A este respecto, conviene recordar que para el actual sistema económico-social, estos bienes son una mercancía.

     En el articulo citado, Tirole analiza las razones del fracaso de todos los intentos realizados para hacer frente al cambio climático a través de protocolos a acuerdos entre naciones soberanas. Señala que " se trata de un importante problema mundial que ha demostrado que no puede ser resuelto en el marco de las naciones-Estado.

     Tirole cita los estudios de la economista Premio Nobel de Economía 2009, Elinor Ostrom. estudios qe le permitieron diseñar de forma correcta de gestión de los bienes comunes.Pero indica que este modo de gestión no es posible en el caso del cambio climático.

     Según Tirole, puesto que "los países encontrarán siempre un montón de excelentes excusas para ni respetar sus compromisos" propone acudir a organizaciones como la OMC riesgo,  el FMI. que, en la actualidad. se encuentran por encima de los gobiernos. Sin embargo, señala "que  bien claro que soy consciente del riesgo de daños colaterales que puede entrañar vincular una política climática a unas instituciones internacionales de esas características.

     Al principio. no entendí por qué Tirole decía que el tipo de gestión pública no era adecuado para resolver el problema del cambio climático. Ahora, pensándolo bien, imagino que es debido a que la gestión, según el modelo de Elinor Ostrom, requiere un mínimo reconocimiento por parte de las autoridades públicas.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Consecuenia del cambio climático. Solidaridad

      Miles de voluntarios acudieron el 2 de noviembre a la convocatoria en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Se superaron las expectativas: 10.000 personas, según la Generalitat. La idea era organizar a las multitudes para evitar un alud humano que pudiera     obstaculizar los accesos de los distintos cuerpos de emergencia y seguridad a las poblaciones afectadas por la devastadora dana, como sucedió en algunos casos antes

     A las siete de la mañana ya se habían congregado varios miles de voluntarios. Entre ellos, tres compañeras de trabajo que acudieron a primera hora cargadas de rastrillos, escobas y cubos. "Nos podía haber pasado a cualquiera y todos conocemos a alguien afectado. No podíamos quedarnos sin hacer nada", apuntaba una de ellas. "hemos visto a gente sufriendo mucho, Nunca habíamos visto algo así", señalaba otra los cuarenta como sus amigas. Poca después, un encargado del montaje recomendaba a la  gente voz en grito y subido en un banco, que se utilizaran mascarillas y guantes, que hay que ayudar pero también evitar cualquier riesgo de infección, que el agua empieza a estar estancada y todo está lleno de barro.

     Había gente de todas las edades, con mochilas a la espalda, que aguardaban de manera respetuosa una cola enorme para subirse a los autobuses y dirigirse a una de las numerosas poblaciones afectadas. "Como somos jóvenes no podemos hacer más que ayudar. Dinero no tenemos, pero manos sí", decía una estudiante de 16 años. A su lado, su padre, profesor de Geomática de la Universitat Politécnica de Valencia, de 52 años, afirmaba: "La empatía hacia las personas que lo han perdido todo nos tiene que movilizar, con alimentos, con ayuda económica, con ayuda presencial".

     La enorme cola de personas entraba por una de las puertas del Museu de les Ciénces, que se utilizó como principal centro de vacunación durante la pandemia, y salía por otra, tras recoger escobas y otros utensilios, camisetas, mascarillas, guantes y bolsas con zumos y comida. De ahí se dirigían a los autobuses, La vicepresidenta del Consell estaba presente desde primera hora (...)

     Otros voluntarios optaron por andar a zonas afectadas. La pasarela que conecta la ciudad de Valencia con los municipios damnificados del sur, rebautizada como Puente de la Solidaridad, por ser la vía de acceso de un enorme número de voluntarios que la cruzan a pie, casi se bloqueó por lo que la policía tuvo que retener el flujo de personas, lo que causó colas. (Fuente: El País, 3 de noviembre de 2024)

    

Tuberculosis

      Cuando a Shaka Brown le diagnosticaron tuberculosis en un hospital de Estados Unidos en 2013, su primera reacción fue reír porque estaba convencido de que “nadie tenía ya esa enfermedad”. Y, sin embargo, lo que en un primer momento pensó que era una gripe, se trataba de una forma agravada de la tuberculosis, que se expandió desde sus pulmones a otros órganos y lo mantuvo ingresado en un hospital durante “cuatro meses” en los que tomó “15 pastillas diarias”. “No es una enfermedad de los tiempos oscuros, más de 3.000 personas siguen muriendo cada día a pesar de que se puede curar”, ha afirmado Brown este martes desde Washington, durante una rueda de prensa retransmitida online en la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado los resultados del Informe Global de Tuberculosis de 2024.

     “Vuelve a ser la enfermedad infecciosa más mortífera” tras la disminución de las muertes por covid-19, ha resumido la doctora Tereza Kasaeva, directora general del Programa de Tuberculosis de la OMS, que ha certificado que el objetivo de acabar con la pandemia más antigua que aflige a la humanidad y que más muertes ha provocado está lejos todavía. Solo en 2023, el organismo calcula que 1,25 millones de personas perdieron la vida como consecuencia de la dolencia —el 12,88% fueron personas con VIH—, muy por encima de los 320.000 que la OMS estima que causó la covid-19. “Es la pandemia de los pobres”, según ha recordado el Fondo Mundial para el VIH, la malaria y la tuberculosis tras conocer los datos del informe, porque la mayor incidencia se concentra en países de renta media y baja.

      Pese ello, el organismo observa ciertas tendencias positivas. La cifra de fallecidos representa un leve descenso con respecto a la de 2022 (1,32 millones) y la de 2021 (1,42 millones), especialmente por la “restauración de los sistemas de diagnóstico y tratamientos”, que se habían visto reducidos durante la pandemia de cocid-19. En cuanto a los nuevos casos anuales, la OMS los cifra en 10,8 millones, un número ligeramente superior a los 10,7 de 2022 y todavía muy por encima de los 10,1 millones de 2020, si bien el ritmo de crecimiento de la incidencia “se ha logrado estabilizar”

     “Que tantas personas sigan muriendo y enfermando de tuberculosis es una vergüenza cuando tenemos las herramientas para prevenir, detectar y tratar la enfermedad, aseguró desde una rueda de prensa paralela desde Ginebra Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

     La tuberculosis está causada por el bacilo Mycobacterium tuberculosis, que se propaga por el aire cuando las personas enfermas expulsan bacterias por las vías aéreas, por ejemplo, al toser o estornudar. Según los cálculos de la OMS, una cuarta parte de la población mundial la ha contraído, aunque solo unos pocos la desarrollan, especialmente, durante los dos primeros años tras el contagio. Algunas personas llegan a eliminar la infección, que afecta fundamentalmente a los pulmones, pero que también puede extenderse a otros órganos, como le sucedió a Brown.

       La tuberculosis prospera cuando“La tuberculosis prospera cuando la gente se esconde en refugios durante los bombardeos, acude en masa a campos de refugiados o huye de sus tierras porque las sequías o las inundaciones hacen imposible cultivarlas”, denuncia el Fondo Mundial. “Las personas que sufren y que están mal alimentados son las más vulnerables a la enfermedad”, continúa. Por ejemplo, en Ucrania, uno de los países que ya tenía una de las mayores cargas de tuberculosis en Europa, “la guerra ha exacerbado drásticamente la amenaza”, constata la fundación que persigue la eliminación de la malaria, el sida y la tuberculosis

      Esta denuncia coincide con el desglose de los datos por países, que muestran que un puñado concentran la mayor parte de los casos de tuberculosis. Durante 2023, el 87% de las personas que desarrollaron la enfermedad vivían en 30 países. De ellos, ocho representaban más de dos tercios del total mundial: India (26%), Indonesia (10%), China (6,8%), Filipinas (6,8%), Pakistán (6,3%), Nigeria (4,6%) Bangladés (3,5%) y República Democrática del Congo (3,1%). De todos ellos, el 88% eran adultos (55% hombres y 33% mujeres).

Muy lejos de los objetivos

     Los resultados del informe de 2024 arrojan que los objetivos que la OMS se marcó con la Estrategia Fin a la Tuberculosis siguen estando muy lejos. Entre 2015 y 2023, la reducción neta de la tasa de incidencia fue del 8,3%, muy por debajo del 50% que el organismo contemplaba para 2025. También la reducción de la mortalidad está muy distanciada de los objetivos, con un 23% de descenso frente al 75% previsto para el próximo año.

     Por eso, Kasaeva llamó a la “acción urgente contra la tuberculosis”, que sigue sin reunir fondos suficientes para invertir en la prevención y los tratamientos que ayuden a revertir la pandemia. En 2023, la lucha contra la enfermedad recibió una inversión total de 5.700 millones de dólares (5.275 millones de euros), una cifra “inferior” a la de 2022 y muy lejos de los 22.000 millones de dólares anuales que la OMS calcula que serían necesarios. “Con el 26% de los fondos no es posible cubrir el 100% de las necesidades”, evidenció la doctora.  (Fuente: El País. Planeta Futuro. 30 de octubre de 2024)

     Entre otras cosas, necesitamos "reducir la desigualdad en y entre los países", como de indica en el ODS 11. También necesitamos trabajar para alcanzar, antes del 2030, el ODS 3: "garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades".

 

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Cambio climatico. Empatía

     Copio a continuación una carta a la directora (del periódico El Pais) y escrita poa Adriana Mendoza (Barcelona)

     "Somos testigos de fenómenos medioambientales alarmantes como la dana que ha asolado Valencia. Fenómenos que ponen de relieve las consecuencias del cambio climático.Las lluvias torrenciales y las inundaciones devastadoras que ha dejado a muchas familias sin hogar y han arrasado infraestructuras y viviendas además de vidas. Es fundamental que tomemos conciencia que estos eventos son parte de un patrón global que exige una acción colectiva. Debemos exigir políticas más ambiciosas para mitigar el cambio climático y adaptarnos a sus efectos. La dana en Valencia nos recuerda que el futuro que deseamos depende de nuestras decisiones hoy".

     No se si estoy confundida, pero cuando Adriana de "patrón global que exige una acción colectiva", he pensado que se refería a aquellos países que están sufriendo las consecuencias de cambio climático sin tener la culpa de su origen,

Hambre en Gaza

     El hambre es una realidad para los más de dos millones de habitantes de Gaza tras un año de guerra en el que Israel ha dejado entrar la ayuda humanitaria a cuentagotas. Todos comen poco y mal y la mayoría se despierta por la mañana sin saber si podrá alimentarse ese día, según las últimas cifras publicadas en estos días por Clasificación Integrada de las Fases (CIF, en español. IPC, en inglés), una especie de termómetro mundial para medir la inseguridad alimentaria, elaborado de manera independiente por varias organizaciones internacionales.

     Los testimonios que llegan desde la Franja son desoladores, las fotografías de cientos de personas amontonadas para conseguir un pedazo de pan, también. “No creo que esto haya sucedido antes. Pienso que Gaza es la crisis más aguda desde la Segunda Guerra Mundial”, asegura en una entrevista con este diario por videoconferencia Abdulhakim Elwaer, subdirector general y representante regional para Oriente Próximo y el norte de África de la FAO, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

     El CIF establece cinco niveles de inseguridad alimentaria: mínima, acentuada, crisis, emergencia y hambruna y a partir del estadio tres, la situación se considera alarmante. En Gaza, de aquí a abril, más del 90% de la población de la Franja estará ya en esa fase o en las categorías más graves (4 o 5), y más de 340.000 personas, es decir, un 16% de la población, se encontrará en una situación catastrófica. Si nada cambia, Gaza va camino de convertirse en una “catástrofe de magnitud sin precedentes”, alerta el informe.

     “Que no podamos confirmar la hambruna hoy, no quiere decir que no la haya”, recalca Elwaer “La gente se está muriendo escondida en refugios, rodeada de enfrentamientos y nadie se está enterando”.

     Pregunta. ¿Usted había visto ya una población entera sufriendo estos niveles de inseguridad alimentaria?

     Respuesta. No creo que esto haya sucedido antes. Pienso que Gaza es la crisis más aguda desde la Segunda Guerra Mundial. Es muy alarmante ver a una población entera sometida a estos niveles de inseguridad alimentaria. No hay otro caso en el mundo. En términos absolutos, en nuestra región, Sudán tiene más población pasando hambre, unos 25 millones de personas, algo más de la mitad de sus habitantes. Es enorme, pero en Gaza, en términos de porcentaje de población afectada, la crisis es mucho mayor. Además, en Sudán el nivel 5 del hambre se registra en una zona muy específica en la parte oeste de Darfur. 

     P. ¿Los daños de la desnutrición serán reparables?

     R. Algunos de los efectos no se podrán revertir, como el retraso en el crecimiento de los niños o enfermedades que afectan al cerebro. Aunque haya un alto el fuego esta noche, la severidad del hambre sufrida en muchos casos no se podrá borrar. En las organizaciones internacionales estamos muy preocupados por el bienestar futuro de una generación de niños que están en Gaza en este momento.

      P. Llevamos meses diciendo que la hambruna es inminente en Gaza y las cifras son cada vez peores. ¿Hay hambruna en Gaza?

     R. Que no podamos confirmar la hambruna hoy, no quiere decir que no la haya. Para declararla oficialmente se necesita acceso, que no existe, y coordinación con el sector sanitario, que está totalmente destruido, concretamente hospitales, para identificar a la gente que está llegando con una desnutrición extrema o para confirmar fallecimientos por desnutrición. Pero la gente se está muriendo escondida en refugios, rodeada de enfrentamientos y nadie se está enterando. Es imposible verificar todo esto, pero las cifras del CIF son claras: los casos están ahí, organizaciones como Unicef o la OMS han identificado algunos y está claro que hay indicios de hambruna.

     P. ¿Qué más debe pasar para que el mundo actúe?

     R. No lo sé. No hay justificación para que esto continúe. Cada minuto que perdemos cuenta. Entendemos los argumentos (israelíes) de defensa y de seguridad, pero no hay cómo, aceptar y justificar la muerte de niños y mujeres en nombre de esto. Los civiles necesitan protección inmediata. Su único error es haber nacido y vivido en Gaza y están pagando por ello con sus vidas.

     P. ¿Qué significa en la práctica que una persona se encuentre en estos niveles 3, 4 o 5 de la escala del hambre?

      R. El nivel 3 significa que la gente se despierta y no sabe si podrá comer ese día. Es terrible y eso es lo que vive la mayoría de los gazatíes. Hay días en que pueden comer algo, otros que no. El nivel 4 implica pasar tres días sin comer y el nivel 5, al menos 10 días sin ingerir una comida. En ese momento, la gente comienza a morirse de hambre. Un 16% de la población de Gaza, sobre todo en el norte, llegará a este nivel extremo en los próximos meses si nada ocurre. La realidad es que en este momento no podemos llegar a la gente porque la ayuda humanitaria no logra entrar, los trabajadores humanitarios no pueden acceder a todas las regiones de la Franja y no tienen certeza de qué áreas son seguras, y la población sigue desplazándose sin descanso.

     P. Los habitantes del norte de Gaza, donde la ofensiva israelí ha arreciado en estos días, aseguran que no reciben ningún tipo de asistencia desde hace semanas.

     R. La comunidad internacional la que debe establecer las restricciones de acceso de la ayuda humanitaria en un conflicto, pero desde el 7 de octubre de 2023, las autoridades israelíes, lideradas por sus responsables de Defensa, son quienes controlan y restringen los accesos a Gaza. En estos meses hemos visto cómo los trabajadores humanitarios eran tomados como blanco y algunos han muerto. El mensaje claro es que no existe acceso seguro para la ayuda humanitaria en Gaza. El norte, donde están los casos de inseguridad alimentaria más graves, se ha visto completamente cortado del resto del territorio durante mucho tiempo y ha sido especialmente castigado a la hora de recibir esta asistencia. Y no solo durante las últimas tres o cuatro semanas.

     P. ¿Qué se hace desde la FAO para paliar este desastre humanitario?

     R. El 70% de los cultivos de Gaza están destrozados, la población se desplaza sin descanso para huir de los bombardeos y prácticamente nadie puede cuidar de una huerta. También queda poco ganado y las piscifactorías y la pesca desaparecieron cuando estalló la guerra. La capacidad de las comunidades para producir su propia comida es nula y nosotros intentamos que los gazatíes mantengan lo que les queda de ganado y sean capaces de producir algo, aunque sea poco. Para ello, hemos suministrado pienso, comprándolo in situ o haciéndolo entrar en la Franja, y vacunas para animales. Estos bienes se han considerado ayuda de emergencia, al mismo nivel que la comida, el agua y la gasolina. Es algo que no había ocurrido nunca en una situación de crisis, porque los animales no suelen ser una prioridad, pero se han visto como una manera de contribuir a la supervivencia humana.

     P. ¿Qué más debe pasar para que el mundo actúe?

     R. No lo sé. No hay justificación para que esto continúe. Cada minuto que perdemos cuenta. Entendemos los argumentos (israelíes) de defensa y de seguridad, pero no hay cómo, aceptar y justificar la muerte de niños y de mujeres en nombre de esto. Los civiles necesitan protección inmediata. Su único error es haber nacido y vivido en Gaza y están pagando por ello con sus vidas.

     P. ¿Qué significa en la práctica que una persona se encuentre en estos niveles 3, 4 o 5 de la escala del hambre?

     R. El nivel 3 significa que la gente se despierta y no sabe si podrá comer ese día. Es terrible y eso es lo que vive la mayoría de los gazatíes. Hay días en que pueden comer algo, otros que no. El nivel 4 implica pasar tres días sin comer y el nivel 5, al menos 10 días sin ingerir una comida. En ese momento, la gente comienza a morirse de hambre. Un 16% de la población de Gaza, sobre todo en el norte, llegará a este nivel extremo en los próximos meses si nada ocurre. La realidad es que en este momento no podemos llegar a la gente porque la ayuda humanitaria no logra entrar, los trabajadores humanitarios no pueden acceder a todas las regiones de la Franja y no tienen certeza de qué áreas son seguras, y la población sigue desplazándose sin descanso.

     P. Los habitantes del norte de Gaza, donde la ofensiva israelí ha arreciado en estos días, aseguran que no reciben ningún tipo de asistencia desde hace semanas.

     R. La comunidad internacional la que debe establecer las restricciones de acceso de la ayuda humanitaria en un conflicto, pero desde el 7 de octubre de 2023, las autoridades israelíes, lideradas por sus responsables de Defensa, son quienes controlan y restringen los accesos a Gaza. En estos meses hemos visto cómo los trabajadores humanitarios eran tomados como blanco y algunos han muerto. El mensaje claro es que no existe acceso seguro para la ayuda humanitaria en Gaza. El norte, donde están los casos de inseguridad alimentaria más graves, se ha visto completamente cortado del resto del territorio durante mucho tiempo y ha sido especialmente castigado a la hora de recibir esta asistencia. Y no solo durante las últimas tres o cuatro semanas.

     P. ¿Qué se hace desde la FAO para paliar este desastre humanitario?

     R. El 70% de los cultivos de Gaza están destrozados, la población se desplaza sin descanso para huir de los bombardeos y prácticamente nadie puede cuidar de una huerta. También queda poco ganado y las piscifactorías y la pesca desaparecieron cuando estalló la guerra. La capacidad de las comunidades para producir su propia comida es nula y nosotros intentamos que los gazatíes mantengan lo que les queda de ganado y sean capaces de producir algo, aunque sea poco. Para ello, hemos suministrado pienso, comprándolo in situ o haciéndolo entrar en la Franja, y vacunas para animales. Estos bienes se han considerado ayuda de emergencia, al mismo nivel que la comida, el agua y la gasolina. Es algo que no había ocurrido nunca en una situación de crisis, porque los animales no suelen ser una prioridad, pero se han visto como una manera de contribuir a la supervivencia humana.

      P. ¿De cuánto ganado hablamos?

R. De unas 30.000 cabras y ovejas, un 40% de la cifra total de antes de la guerra. Pero ese ganado aún vivo disminuye cada día con los desplazamientos, la necesidad de comer y los bombardeos israelíes. Desde FAO hemos suministrado pienso para 4.400 pequeños propietarios, gente que tiene cuatro o cinco ovejas o cabras. Esas familias están en el sur y en el centro. Jamás en este año hemos podido llegar a las familias del norte de Gaza. Tenemos un cargamento de 136 toneladas de forraje que espera en la frontera y seguimos intentando encontrar dentro de la Franja pienso y forraje, aunque no es nada fácil.

     P. ¿Cuándo fue la última vez que lograron hacer entrar pienso en Gaza?

     R. A finales de mayo, antes de la operación terrestre israelí en Rafah. Es una  situación muy crítica. Lo que me preocupa mucho ahora es que llega el invierno y entramos en un periodo aún más duro, sobre todo de enfermedades, incrementadas debido a la falta de comida. (Fuente: El País. Planeta Futuro, 26 de octubre de 2024)

     El primer Objetivo de Desarrollo Sostenible es "poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo". Esperemos que ese objetivo se alcance en Gaza antes del año 2030.


 

 

Minas de oro en Ghana

     El barro amarillento y envenenado lo cubre casi todo. Cubre las motos forradas con bolsas de plástico en las que viajan jóvenes amontonados con detectores de metales al hombro y botas katiuskas, obsequio de alguna empresa china. Cubre también las mangueras corrugadas que atraviesan las minas de oro a cielo abierto y encharcan esta selva sofocante de caucho y cacao, que se extiende de norte a sur de Ghana, junto a la frontera con Costa de Marfil.

     Aquí el suelo está preñado de oro, pero en la superficie la pobreza es espeluznante. Un recorrido de tres días por el corazón de la selva del oro ghanesa sirve para comprobar que este rincón del planeta es el escenario del extractivismo más salvaje por parte de empresas extranjeras y locales. Que es una catástrofe ecológica local con reverberaciones globales.

      En los pueblos, la comida se vende por unidades y el agua en sobrecitos de 500 mililitros. Los jóvenes tienen pocas opciones más para ganarse la vida que la mina infestada de mercurio y los niños crecen a merced de las llamadas enfermedades tropicales desatendidas (ETD), las que atacan a los pobres entre los más pobres. Sin agua corriente ni carreteras decentes que permitan llegar a tiempo a una clínica a dar a luz o transportar medicamentos vitales, la costa dorada, como la apodaron las potencias coloniales, es el vivo retrato de la paradoja de la abundancia.

     Los estragos de la minería ilegal son tan evidentes que el galamsey, como se conoce aquí a las pequeñas explotaciones ilegales, se ha convertido en un asunto político de primer orden en Ghana, dando pie a fuertes protestas en la capital y a promesas por parte del Gobierno a mes y medio de las elecciones. Es además una bandera, el símbolo de un malestar más profundo y del hastío de una juventud sin futuro frente a unos gobernantes a los que acusan de corrupción y de ser cómplices de destruir el país y vender sus recursos, con una galopante crisis económica como telón de fondo. “Estamos destrozando nuestro medio ambiente,. No lo estamos impidiéndolo por intereses personales. Es un cártel en el que hay muchos implicados […] El dinero sale fuera del país. Si se quedara aquí seríamos una potencia del primer mundo. Es un tipo de esclavitud de la era moderna”, piensa Lydia Mosi, profesora de biología molecular de la Universidad de Ghana.

“Lavo a mis hijos una vez a la semana

     Sarah Awina tiene 31 años y es madre de cinco hijos y vive en una aldea en el distrito ghanés de Aowin. Tres de ellos tienen una enfermedad de la piel, pian, asociada con la falta de higiene debido a la escasez de agua. Alrededor del 80% de las personas afectadas por pian son menores de 15 años. Awina asegura que ha perdido al cuenta del número de niños que han contraído la enfermedad en su pueblo. 

     En los pueblos del galamsey huele a plátano macho asado y a maíz, pero también se respira una tensión densa. La minería es ilegal, pero se practica a la vista de cualquiera, acompañada del escandaloso traqueteo de las rotativas que perforan el suelo y del bombeo del agua que inunda la superficie excavada con maquinaria extranjera. No se ven forasteros, salvo algún empresario o empleado chino. Las miradas retadoras de algunos locales dejan bien claro que no conviene meter las narices en sus turbios y lucrativos negocios.

      En uno de los tajos abiertos junto a un poblado en medio de la selva cercano a la localidad de Enchi trabaja Daniel, un joven de 33 años que estudió magisterio. “Este es un trabajo muy duro. Aquí cada día alguien cae enfermo con malaria o con lo que sea. Si tuviera un trabajo de profesor, dejaría la mina mañana, pero tengo dos hijos. ¿Qué puedo hacer?”. Daniel y sus compañeros temen las noticias que llegan de Accra, la capital, donde arrecia la presión en las calles para acabar con el galamsey.