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sábado, 25 de enero de 2025

Crecer en un mundo de pantallas

     A continuación copio un correo que recibido de la cooperativa Som Enery perteneciente a la economía social y solidaria, a la que pertenecido durante todo el tiempo que podido -el problema está en la edad-.

      Cuando, en el marco de la crisis ecosocial que atravesamos y que está dibujando nuestro futuro en este mundo, abrimos el melón de las telecomunicaciones, nos pueden asaltar muchas preguntas. Seguramente muchas de estas dudas están relacionadas con nuestras experiencias de consumo.

     ¿Cómo nos podemos desconectar de las pantallas y a la vez estar conectadas con la gente?.

     ¿Que elementos tienen que construir nuestro uso de los móviles y redes sociales para hacerlo más responsable, con nuestra salud, pero también para contribuir a la transición ecosocial?.

     ¿Cómo lo hacemos para, sin olvidarnos de nuestra práctica cotidiana, fortalecer y extender una mirada crítica hacia el modelo de producción y distribución de aparatos electrónicos? 

     ¿Y cómo acompañan, aquellas personas que tienen niños y adolescentes a cargo,a los menores a tomas conciencia del impacto de las pantallas y a conseguir una relación más sana?

     Este último interrogante, precisamente, fue el punto de partida del taller Crecer en un mundo de pantallas. Lo dinamizaron las expertas en el tema Café y Social Media, y Mercé Botella, psicóloga, socia fundadora de Somos Conexión y autora de las guías 1-Guía para las familias crueles y malvadas; 2-Despantántallame; y 3- Reto sin móvil para familias  

     Es un proyecto de formación y encuentro, impulsado por Som Energía, Som Mobilitat y Somos Conexión. Tuvo lugar el fin de semana de noviembre de 2024.

Los límites invisibles

     Para abordar el impacto en el planeta del uso de los móviles -y la tecnología en general- durante el taller. se pusieron sobre la mesa datos, imágenes, artículos que abordaron varios ejes, Señalaron  hechos como:

       1.- Las toneladas de desechos electrónicos que a menudo van a parar a países del Sur Global. Esta cantidad de residuos, explicaban, además de ser la “prueba del consumismo desenfrenado”, tienen un fuerte impacto en el lugar donde se abocan, “como el riesgo de toxicidad de la población por la contaminación de las aguas a causa de los metales”. A modo de ejemplo, una sola batería de móvil hecha de níquel-cadmio, puede contaminar hasta 50.000 litros de agua.

       2.- La extracción de los minerales que se usan para la fabricación de dispositivos móviles implica un gran impacto ambiental (erosión del suelo, contaminación del agua y el aire, necesarios para la vida) y la explotación de las personas que trabajan, a menudo niños, en unas condiciones inaceptables.

       3.- El consumo eléctrico que precisan los servidores y centros de datos para funcionar, y la refrigeración necesaria para compensar el calor que emiten. Una cifra representativa, que nos proponían para hacernos una idea, es la del consumo energético de un gran centro de datos en EE. UU., que se equipararía con el de 80.000 hogares.

     Todo la anterior me ha recordado lo que pretende hacer el actual presidente de Estados Unidos y sobre todo por el futuro del planeta Tierra en que vivimos, sometido a una intensa explotación a causa de las exigencias de la era tecnológica y cómo muchas personas para salvar a los habitantes del planeta empezaron a analizar cómo se podía conseguir una nueva forma de vivir, surgió la palabra "sostenible" y la Agenda 2030, que representa una visión global para  las personas, el planeta y la prosperidad a largo plazo. 

Uso responsable

     Pero la fabricación, distribución y uso de la tecnología digital, aparte del impacto ambiental, genera un gran impacto social. En concreto la tecnología móvil, ha desplazado nuestros hábitos y rutinas, y se ha puesto en el centro de nuestras vidas. Se ha convertido casi en un apéndice de nuestros cuerpos, haciéndonos muy dependientes, siendo niños y adolescentes un grupo de población especialmente vulnerable.

     Iris Roch y Mercè Botella son expertas en las propuestas enfocadas a este sector, y al atender las preocupaciones de las familias al respecto, aseguran que para mirar esta problemática a la cara y acompañar a los menores en un uso más saludable, es importante que los adultos pongan conciencia y se replanteen algunos hábitos.

    Calcular las horas de consumo personal diario (excluyendo el contexto laboral) que dedicamos, cuidar y filtrar más la gestión de la información que consultamos y los contenidos que guardamos en el móvil, o incluso intentar tener una perspectiva más crítica con la relación que establecemos con las grandes empresas tecnológicas… son prácticas que nos pueden ayudar a ser más coherentes cuando queramos poner límites a los y las más pequeñas.

     Y en cuanto al acompañamiento que se hace a los menores en el uso del móvil, hicieron énfasis en dos vertientes:

        1. El acompañamiento individual y familiar, que tiene el origen en los vínculos interpersonales y en la crianza y educación que transmitimos en casa y en el día a día. En Somos Conexión tienen muy presente que es una tarea difícil, y que a menudo nos hace sentir enfrentadas con el resto del mundo, o muy condicionadas por el entorno. Por eso, los últimos años han elaborado tres guías que quieren dar consejos y propuestas para hacerlo más fácil:

       
2.- Para criar sin pantallas de los 0 a los 3 años, tenemos la guía Despantállame. 

        3.- Para una incorporación progresiva del primer móvil, La guía para familias crueles y malvadas.

     Y hace poco han publicado el Reto sin móvil para familias, que tiene el foco puesto en la adolescencia y se inspira en el No Phone Challenge llevado a cabo por el profesor de instituto del País Vasco, Telmo Lazkano, con sus alumnos de 4º curso de la ESO.

      Todo ello me ha recortado que pertenecemos a la especie animal Homo sapiens que conoce las características del planeta Tierra en que vivimos, por la cual decimos NO a la guerra y NO al mundo de pantallas. El problema principal que tenemos es que nos encontramos con un sistema económico-social que nos dice todo lo contrario. Nuestra obligación si queremos seguir viviendo es no olvidar la especie animal inteligente a la que pertenecemos.




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