Hoy voy a copiar algo extraído del capítulo 4. que he leído en el libro de María Novo que indiqué hace unos días, El desarrollo sostenible. Su dimensión ambiental y educativa.
La Carta de la Tierra es un documento al que se han adherido miles de personas y grupos de todo el mundo. Sus antecedentes históricos se remontan ya a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, en la que se la formulación de una serie de principios para la seguridad ecológica. Desde entonces, diversos grupos ha ido realizando contribuciones para la ampliación y articulación de estos principios y valores. En 1987, la Comisión Mundial sobre el Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundland) recomendaba ya la creación de una Carta o Declaración Universal que consolidara y ampliara ciertos principios relevantes, para guiar el comportamiento de la humanidad en la transición hacia el desarrollo sostenible.
Por todo ello, la Carta de la Tierra era uno de las resultados que se esperaban en la Cumbre de Río de Janeiro, celebrada en 1992, como una especie de sustrato ético que diese sentido al resto de los documentos. Lamentablemente, los gobiernos no llegaron a un acuerdo y se limitaron a adoptar a adoptar la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, más tímida y limitada en sus planteamientos.
En el año 1995, el Consejo de la Tierra y la Cruz Verde Internacional, con el apoyo del gobierno de Holanda, retomaron en firme la tarea de redactar una Carta de la Tierra. Unos 60 expertos y partes interesadas participaron en un Taller ad hoc y propusieron efectuar un amplio proceso de consulta generalizada, a la vez que designaban al Consejo de la Tierra, con sede en Costa Rica, como Secretaría Internacional de esta iniciativa.
La versión final de aprobó en el año 2000. Desde entonces, ha recibido múltiples e importantes adhesiones y avales, como el de la UNESCO, organización que en el año 2003 aprobó una resolución de apoyo al texto en la que se enfatiza que éste constituye un importante ético para el desarrollo sostenible, y afirma la voluntad de los Estados miembros de utilizar la Carta como instrumento educativo. (La UNESCO es una Organización de las Naciones Unidas para educación, la ciencia .y la cultura), Por su parte, la Unión Internacional para la Conservación de la , en su Naturaleza (UICN), en su Congreso Mundial de Bangkok, en 2004, hizo suya la Carta de la Carta de la Tierra como una guía de ética para formas de vida sostenibles, recomendado su uso en el ámbito educativo y como pauta para las políticas de las organizaciones y los Estados miembro. En ese mismo año, en Mumbay (India), se celebraba un Taller para Educadores sobre la Carta, en el que compartían experiencias como las de la Universidad de la Paz, de Costa Rica, el Instituto Paolo Freire de Brasil, y otras. También algunos grupos empresariales han hecho su adhesión al texto. asumiendo la conveniencia de aplicar sus principios y valores en sus grupos humanos y en comunidades del contexto, bajo modelos de conducta de empresas socialmente responsables. En noviembre de 2005, se celebró en Ámsterdam, a los cinco años del lanzamiento de la Carta, una Reunión Internacional para evaluar su impacto, fortalezas y debilidades, con el fin de establecer las metas, prioridades y estrategias para los próximos cinco años, y se reiteró la voluntad de generar un creciente conocimiento público. de construir nuevas alianzas y de fortalecer el compromiso que plantea esta iniciativa.
La Carta de la Tierra, en palabras de María Novo, "se trata de una declaración de principios éticos fundamentales, un código universal de conducta, que pretende funcionar como guía ampliamente consensuada para encaminar a la humanidad hacia el desarrollo sostenible".
El 15 de septiembre de 2015, los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un documento en vigor en estos momentos y al que he dedicado muchas "píldoras para pensar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario